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jueves, 30 de mayo de 2019

KINTSUGI


Hoy en día  Japón se ha puesto muy de moda, bien por su facilidad de viajar a él, bien por la difusión en el mass media.

La verdad que es un país sorprendente y enigmático y su cultura nos va transmitiendo auténticas perlas todavía no muy difundidas en occidente como es la técnica Kintsugi.

Kinssugi es una técnica de origen japonés para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto, y que deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo.

La filosofía de del Kintsugi  es reflejar y recuperar la mutabilidad de la identidad y el valor de la imperfección y en lugar de disimular las líneas de rotura, las piezas tratadas con este método exhiben las heridas de su pasado, con lo que adquieren una nueva vida volviéndose  como únicas y, por lo tanto, ganan en belleza y hondura.

 El ‘kintsugi’ evoca el desgaste que el tiempo obra sobre las cosas físicas y otorga valor a nuestras imperfecciones, pero lo más chocante si lo pensamos fríamente es que la filosofía vinculada al kintsugi se puede extrapolar a nuestra vida actual, colmada de ansias de perfección.

Las personas a lo largo del tiempo conocemos fracasos, desengaños y pérdidas y  con todo, aspiramos a esconder nuestra naturaleza frágil, esa que nos hace más humanos y auténticos, bajo la máscara de la infalibilidad y éxito.

Por naturaleza el ser humano intenta ocultar los defectos, aunque desde que nacemos vamos creando nuestras propias  grietas como resultado de  las conmociones que nos golpean.

La pura realidad es que todos somos vulnerables no solo física, sino también psíquicamente y cuando la vida nos da un revés  y tratamos de ocultar con nuestro verdadero amor propio es él nos hace renacer como el ave fenix de las expectativas ajenas y dejar atrás la compulsión de agradar.

La técnica del Kintsugi refleja la idea en el ser humano que no hay recomposición ni resurgimiento sin paciencia. En el kintsugi, el proceso de secado es un factor determinante pues la resina tarda semanas, a veces meses, en endurecerse pero es al fin y al cabo lo que garantiza su cohesión y durabilidad.

Esto mismo nos pasa a las personas  sabiendo que la capacidad de saber sufrir y de tolerar infortunios es la clave para afrontar cualquier situación, manteniendo la filosofía  de que  conservar la calma y tener paciencia es el secreto para evolucionar y crecer pacientemente en nuestro interior y crecer.

Saber valorar lo que se rompe en nosotros no implica ocultarlo sino todo lo contrario a tra vés de la resiliencia hacernos más fuertes, pues lo que está claro es que somos vulnerables no sólo física , sino también psíquicamente y cuando las adversidades nos superan nos sentimos rotos , es cuando hay que aplicar la técnica del Kintsugi.
                                                           Ferrán Aparicio
                                                    30 de mayo de 2019