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sábado, 30 de abril de 2016

ME HUELE A CHAMUSQUINA


Cuántas veces hemos oído en nuestro entorno esta expresión y aun intuyendo su significado por el contexto en el que se expresa, realmente no conocemos de donde procede y por curiosidad de curiosidades, que todo es curiosidad, uno procede a cultivarse.

 
Cuando investigas y te documentas, algo que hoy en día está al alcance de todo el mundo a través de internet, simplemente dándole al botón correspondiente de tu móvil, te das cuenta que oler  a chamusquina es algo tan intuitivo como que la chamusquina es el característico olor que  se desprende al quemarse la superficie de alguna ropa o el que percibimos cuando alguien se quema por accidente algún pelo, barba  o vello.

El popular modismo, “Esto me huele a chamusquina”, se utiliza cuando alguien cree tener indicios de que algo no está saliendo tal y como esperaba o que algo va a salir mal.

La frase proviene de tiempos de la inquisición, cuando eran quemados los libros y escritos sospechosos de herejía  y muy a menudo la quema de esos libros iba acompañadas del propio autor o su impresor.

Lo que está claro que en la actualidad y a nivel  coloquial de cualquier tema nos expresamos hablando que cuando olemos a chamusquina, queremos decir que tenemos una sospecha intuitiva, ficticia o real  de que algo o alguien van a acabar mal en relación a algún tema o situación.

Un servidor cae en la tentación de inmiscuirse más allá de oler a chamusquina  constantemente y es que hoy en día, casi  todo nos huele a chamusquina en la naturaleza del ser humano, pues es muy difícil conceder al Hombre una condición benévola porque todos experimentamos las mismas pulsiones irracionales heredadas de nuestra situación en el mundo natural que actualmente nos rodea.

La simple enunciación de una consigna cómo es decir me huele cualquier tema a chamusquina, no sirve para la descripción de la realidad y aún menos para la implementación de una política que permita incrementar los niveles de seguridad y tranquilidad ciudadana  a cualquier nivel al menos en nuestro entorno más inmediato.

Los peligros que plantea la amenaza de un olor característico, no es cuestión baladí y requiere de unos altos niveles de prevención y alerta, sin que ello suponga una disminución de derechos y deberes ciudadanos sino límites más precisos a las incomodidades por las que hemos de pasar en determinadas ocasiones.

Si la libertad no implicara  la libertad de todos y cada uno de los ciudadanos, si la irresponsabilidad de algunos los inhabilitara por principio para ejercer el derecho a elegir y actuar, si el error no fuera componente esencial de la naturaleza humana cabría considerar al estado social y democrático, como el estado perfecto para  no tener sensación de oler a chamusquina.

 

                                                           Ferrán Aparicio
                                                        30 de abril de 2016