Muchos son los autores
que definen la palabra inmovilización como el indicador de las emociones
negativas.
Es
cierto que vivimos en unos tiempos donde sobrevivir a la negatividad ya es un
reto, bien por toxicidad ambiental, bien porque las circunstancias no favorecen
la actitud positiva, ya que las circunstancias nos van marcando sentimientos de
rabia, hostilidad, timidez y otros sentimientos de lo más variopinto.
Sin
embargo y dentro de una actitud positiva, la medida de esos sentimientos sin
darte cuenta, te inmovilizan y debe ser un
indicador para poder reaccionar a favor o en contra de ellos.
La
inmovilización puede oscilar entre una acción total o la reacción controlada.
Sin embargo hay que comprender que la inmovilización como tal, es un
estado en mayor o menor medida que imposibilita el funcionar al nivel que quieras funcionar.
Detectado
el estado no vale la pena seguir hacia
adelante y simplemente se trata de no parar pero aquietar y marcar nuevos
rumbos.
En
general y como es lógico todas las
emociones negativas provocan un estado de inmovilidad que es como un estado de
carencia de querencia del alma que no se encuentra en estado natural.
La
forma de evitar las inmovilizaciones es vivir el momento presente, sin
predicciones, ni recuerdos, sin marcar emociones futuras, ni recuerdos de es
estar en el pasado, aunque sólo sea de referencia.
Las
cosas llegan cuando tienen que llegar pero en cierta forma tenemos que ayudar a
que lleguen sin sentirnos inmovilizados por sensaciones negativas.
Cuando
nos adelantamos en el tiempo, vivimos unas sensaciones ilusorias que lo único
que producen son una desilusión emocional pues resulta difícil el controlar
todo cuanto puede ocurrir en el tiempo.
Todo
el mundo conoce la frase anónima que
muchos autores han parafraseado que dice: que hay que vivir como si fuera el
último momento de tu vida, no hacerlo es una equivocación, pues nos
arrepentirnos en cualquier caso de lo que no hacemos, no de lo que realmente
decidimos hacer.
La
inmovilización afectiva nos puede llevar poco a poco a una depresión o una
ansiedad anticipativa, pues carecemos de recursos para salir de ella si no la
detectamos y abortamos las actitudes negativas para nuestro sistema afectivo.
Ferrán
Aparicio
25 de septiembre de 2015