Hace menos de un mes hemos
asistido al circo mediático en el que todos los personajes que lo componen se
sienten ganadores, desde los viejos elefantes, pasando por los payasos hasta llegar a los a los domadores
de fieras, y por supuesto con la asistencia de ese público general, sin
diferenciar quien se sienta en palco o en platea, o simplemente en el gallinero , porque
cada uno en su papel sólo actúan y son
más de lo mismo, personas generando expectativas como seres humanos que son.
Generalizando no se ofende y como
se dice al que le pica ajos come, a mí de momento no me pica nada más que la
curiosidad de plantearme si todo el procedimiento que hemos vivido ha servido
para generar alguna expectativa, porque en el fondo de la cuestión seguimos siendo
los mismos por decir un algo.
Lo que también resulta curioso
es pensar que las cosas que más ansiedad nos generan, son aquellas cosas que
ocurren y simplemente pasan sin avisar y nos duelen en cuanto que no se corresponden con nuestras
expectativas imaginadas.
Así nos hemos quedado muchos
españoles, viendo pasar el bolo de las expectativas sin que se haya cumplido nada
más que un remix de intenciones banales que no van a ninguna parte y tenemos
para unos años de frustración compartida.
Es cierto que si lo pensamos fríamente
todo nuestro planteamiento era
consecuencia de una imaginación y pensábamos desde un primer momento que las
cosas iban a ocurrir de una forma
determinada y lo que ha sucedido es que cuanto más se desvía la realidad de
nuestra imaginación, más angustiados nos sentimos.
Por otra parte, siempre queda la novedad como algo diferente,
aunque en el fondo no confiemos que sea la solución de nuestra vida, mientras
se intenta se adquiere una experiencia eso sí que no sabemos cuánto nos
va a costar ni cuánto va a durar , pero pasamos el tiempo y volvemos al ciclo
de crearnos unas nuevas expectativas .
La dificultad está en cómo
actuar de forma diferente sin haber modificado previamente nuestras creencias,
porque es un círculo vicioso difícil de romper. Por supuesto que es posible,
pero no es sencillo. Y ahí es donde hay que trabajar mucho en nosotros mismos,
en conocernos y ponernos retos y no caer en falsas expectativas.
Si cuantificamos nuestras expectativas
de una manera exacta al margen del tema u objetivo que nos planteamos, es mucho
más fácil que obtengamos lo que queramos, sin tener que volver a repetir el
ciclo de aliviar una frustración generándonos una nueva ilusión, que al fin y al
cabo nada tiene que ver con la realidad, porque eso sí que es nuestra realidad, el día a día.
Es difícil sustraerse a todas
esas influencias pues provocan una sensación de tranquilidad y seguridad, pero
para volver a descubrir esa esencia, ese yo perdido, hay que experimentar
aunque sólo sea generando expectativas.
Ferrán Aparicio
25 de junio de 2015