Casi siempre, tendemos a juzgar a las personas por su
apariencia, y no esperamos a conocerlas, es un procedimiento humano común,
estamos en un mundo que muchas veces nos da la sensación de vivir demasiado
rápido, lo que en el fondo no significa que vivimos sino que sobrevivimos, lo
que genera y deriva normalmente al hecho de que las apariencias engañen.
Y es que, la apreciación externa que hacemos
sobre una persona, no siempre es la correcta.
El problema si lo pensamos es que
existen multitud de herramientas que te permiten la evaluación de otros y
contrastarla con la tuya, como es la comunicación no verbal de lo que vemos y
percibimos y como nosotros mismos si nos analizamos nos comportamos ante lo que
aparentemente vemos.
La apariencia como
tal no solo es como vemos a los demás
sino como los demás nos ven y nos perciben, es un
acto reciproco que se refleja a través de cosas tan vanales como el vestuario,
la forma de hablar, como actuamos… pero no podemos reflejar con ella lo que
realmente queremos expresar, ni entender lo que los demás quieren expresar.
Pero cuando conocemos
de verdad a una persona, compartimos con ella nuestros pensamientos y
descubrimos realmente, la personalidad de cada uno.
Un acto reflejo para
los demás es inconscientemente observar su aspecto externo y como reacción
inmediata deducimos como es la persona, juzgando y sin realmente conocerla, eso
demuestra nuestra falta de coherencia al hacer actos reflejos para lograr la
supervivencia de un modo hostil.
El problema surge
cuando se navega en el mundo de las apariencias y se acaba naufragando, en el océano
interior de uno mismo, pues no mayor realidad que aparentar lo que no se es
para luego caer en el vacío de la falta de autoestima real.
Si somos conscientes
de que la vida funciona a través de un espejismo virtual solo se trata de
analizar conductas frecuentes que nos puede acercar a desvelar la verdadera
personalidad de quien tenemos enfrente, pues la percepción y realidad no
siempre van de la mano.
Actitudes tan
concretas, como criticar a los demás, sonreír con los ojos abiertos, no expresar opiniones
personales o no dar datos de nuestra
realidad familiar, pueden revelar más datos de envidias encubiertas , realidades
enmascaradas o mecanismos de defensa
para disimular su verdadera naturaleza.
Las apariencias son
como espejismos, que sólo reflejan la realidad exterior y puede estar muy
alejada de la realidad interior, por ello no se fíen de las apariencias, tómense
su tiempo, observen y reflexionen, que muchas veces las apariencias engañan.
Ferrán Aparicio
1 de Abril de 2016