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lunes, 10 de agosto de 2015

SILENCIO


He oído decir a  gente por decir algo,  aquello como  que es preciso perderse para escuchar. La verdad es que no estoy muy de acuerdo si bien muchas veces tengo la sensación que aún  perdiéndose o separándose del mundanal ruido, no se obtiene un absoluto silencio.

El silencio como tal tiene muchas formas de expresión desde la típica expresión judicial que dice que el que calla otorga hasta no hay oídos para quien no quiere escuchar, pero lo que sí que está claro, es que es preciso hacer el silencio en la escucha y en la mirada para descubrir las formas del silencio.

El silencio puede manifestarse en muchas variantes y formas desde lo escrito como nota musical que se escucha hasta la reciproca nota que le sigue y que figura como una pausa, hasta el de la comunicación no verbal.

En lo formal la propia respiración nos genera esperas de repuesta en lo que percibimos, mucho más notables son aquellas en la que decimos me quedé helado con lo que oí,…, respirar es un hueco en el que el silencio que se percibe internamente en la expiración.

En ocasiones el silencio se convierte en una pausa cargada de intención, donde desde el suspirar refleja bien un descanso o aritmia de nuestro corazón o simplemente capta la atención de una intención prefijada que puede genera expectativas, sorpresas,…, en definitiva un montón de situaciones y sentimientos.

La multitud de interpretaciones que puede tener o representar el silencio es infinita, pero en general bien responde  a las indecisiones que van cogiendo una forma o una representación y es lo que anuncia su contenido lo que hace del silencio una efectividad mayor.

Lo que parece tan fácil explicar  cómo concepto, es decir el silencio como la ausencia de sonido y que coincide en cierta forma en cuanto que la palabra silencio proviene del latín: “ silere”, callar estar callado, demuestra que lo que calla es la intencionalidad de algo, pues en la escucha del silencio hay una intencionalidad de escuchar la ausencia de cualquier sonido, incluso de nuestra propia respiración.

No es fácil expresar esas dicotomías conceptuales que el concepto de silencio produce en su entendimiento, pero resulta más fácil comprender que atender al silencio es escuchar lo que usualmente se nos escapa por exceso de ruido y se nos pasa desapercibido.

Quizás y sólo quizás, con ruido o con silencio lo importante es centrarnos en lo que nos dicta nuestro intelecto, como en la música compuesta por sonidos y pausas que armoniosamente expresan un sonido que se dirige hacia lo que se quiere expresar y en nuestro caso hacer o escuchar.

Les recomiendo como siempre aprender a escuchar, no sólo en su vida diaria sino también en su vida interior, pues se trata de aprehender y no tapiarse los oídos con unos sonidos prefijados atendiendo simplemente a todos los sonidos que se acallan con la palabra silencio.

                                                                  Ferrán Aparicio
                                                             10 de agosto de 2015