Mucho se ha hablado y se ha ensalzado el término latino “carpe
diem” , que no es más que la sencilla idea de: aprovecha el momento, muy bien
materializada en la película Dead Poets Society ,”La Sociedad de los Poetas
Muertos” en castellano, un film que tuvo como protagonista a Robín Williams y a
Ethan Hawke, entre otros.
Pero
más allá de su visión actual no hay que olvidar que el concepto tiene su proveniencia de las raíces latinas promulgadas
por el filósofo y poeta Horacio, donde coetáneamente se traducía como “cosecha
el día” como concepto de no malgastar ni
un segundo.
Carpe
diem es una expresión de raíces latinas que fue concebida por el poeta romano
Horacio. Su traducción literal otorga relevancia a la frase “cosecha el día”,
cuyo contenido intenta alentar el aprovechamiento del tiempo para no malgastar
ningún segundo.
Investigando
un poco más allá de lo que nos ha llegado, la frase completa fue “carpe diem quam minimum credula
postero”, que en español puede entenderse como el siguiente consejo: “aprovecha
cada día, no te fíes del mañana”. Lo interesante de este término tan popular y genérico
que casi todo el mundo ya conoce es la interpretación que se hace de él y es lo
que realmente me divierte y asombra.
Dicen que cada uno cuenta la feria según
le ha ido y en éste sentido con “carpe
diem”, sucede lo mismo en el sentido que cada uno lo enfocamos según nos
interesa, vivimos o simplemente sentimos.
Por
una parte algunos lo interpretamos como
una exhortación en la que no debemos dejar de pasar el tiempo, cada etapa de la
vida tiene lo que naturalmente le corresponde, desde la salud a la enfermedad y
en cualquier caso el propio deterioro evolutivo de nuestro cuerpo respecto a
acciones que con el tiempo ya no
podremos ejercer.
Otros lo aplican como el disfrute permanente de cada placer
de la vida sin pensar en el futuro como término abstracto e indefinido, pues es
cierto que no sabemos el momento exacto en que tendremos en nuestras manos el
boarding pass a la otra vida.
Quizás
como siempre en el término medio, siempre suele estar la virtud, y hay de los que piensan que expresa aquello
de que hay que vivir cada día como si fuera el último eso si desde la
consciencia de la vulnerabilidad del ser
humano.
Por
otra parte están el grupo de la oposición, que piensa que es una auténtica
irresponsabilidad el dedicarse sólo a vivir el presente sin pensar en el
futuro, sin establecer un seguro para que la vida dentro de unos años sea
tranquila y no tengan complicaciones que no han podido controlarse,…, para
gustos los colores.
En cualquier
caso para realmente comprenderla por completo y aprovechar su
sentido es necesario utilizar la razón y saber de cómo enfrentar de forma
anticipada las consecuencias que su cumplimiento supone.
En
conclusión, traigo a colación este tema, pues visto lo visto y viendo y viviendo
los cambios que se producen diariamente en nuestra sociedad, hay que recuperar
a los clásicos para entender dónde estamos y hacia dónde podemos movernos, pues
lo que está claro es que eternos no somos, ni vamos a serlo, por mucho que se alargue
nuestra esperanza de vida.
Ferrán
Aparicio
20 de marzo de 2016