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jueves, 3 de octubre de 2019

EL VIAJE DE LA VIDA


La verdad es que si lo pensamos fríamente, el concepto de viaje puede asociarse a la vida como continuo movimiento de nuevas experiencias donde desde la observancia estamos viviendo el presente. Pero si vamos más allá cuando llegamos al mundo somos hijos y esperamos mantenernos en esa condición toda la vida y la pura realidad es que no es así.

Mientras vivimos cómodamente en nuestra zona de confort, disfrutamos del regazo materno sobre el cual nos regocijarnos, de los consejos sabios que nos apartan de la duda existencial  nuestros padres  y cuando ya somos mayores reconocemos nuestra infancia en palabras y vivencias que nuestros padres nos recuerdan cariñosamente.

Sin embargo duele reconocer que no somos eternos y que  nuestros padres envejecen y empiezan a aparecer esas limitaciones que nos llevan a ser padres de nuestros padres.

Es duro aceptar que a esas personas que tanto queremos, pues como dice el sabio dicho popular, madre sólo hay una y a ti te conocí en la calle , ver cómo se van degradando lo mismo que nos pasará a nosotros, cuando lleguemos a su edad si es que llegamos ,  es reconocer que empiezan a suceder cosas como repetir y reiterar las cosas , hasta empezar a perder el oído y tener que forzar nuestra voz para comunicarnos con ellos.

Cuanto más pierden su vigor, audición, memoria, más solos nos vamos sintiendo, sin entender por qué va sucediendo a marchas forzadas lo inevitable, y es reconocer el conflicto interior  de que ellos no reaccionen al envejecimiento de su mente y de su cuerpo, sin darnos cuenta de nuestra propia confusión de que no tienen la misma conciencia que  nosotros, y aceptando que no tienen forma de impedir el paso de los años y que tienen el derecho de sentirse realmente cansados.

Como reacción natural vamos haciéndonos ceremoniosos por amor, intentando hablarles de aquello que es evitable y sin querer empezamos a invertir los papeles de protección protegiendo a nuestros padres de las desventuras de este mundo , transformando nuestro personaje pasando a ser padres de nuestro padres , en el teatro de la vida.

Al final cuando cambiamos el papel de nuestro personaje, nos empezamos a quedar de alguna manera huérfanos, no siendo tan fácil de aceptar incluso si eres padre, pues nadie te prepara para ser padre de tus padres teniendo que aprehender  las peculiaridades  de este papel para proteger a los que amas.

En medio de  esto siempre llega el día  que nuestros padres se transformen en nuestros hijos a los que hay darles de comer , vestir , lavar  y todo aquello que nos define como seres humanos, interfiriendo en sus vidas, pero viviendo ese momento con toda intensidad, pues la pura realidad es que no hay nada más grande que demostrar tu capacidad de amar y retribuir el amor que la vida te ofreció en tu papel de hijo.
                                                 
                                                         Ferrán Aparicio
                                                   1 de octubre de 2019