Dicen que la
paciencia es la capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas
molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse. Pero la
paciencia
como
estado también comprende y atiende
a la calma o tranquilidad para esperar.
En
relación con el tiempo resulta la capacidad
de realizar una actividad larga, pesada o que requiere mucha precisión.
Sin
embargo, la paciencia podemos definirla como una actitud, una característica, un estado, una manera…
sea cual sea la definición que le demos a la paciencia, definitivamente es una
virtud, una virtud que acompaña al ser humano y que se caracteriza por el poder
soportar todos los contratiempos y las dificultades que se nos atraviesan en el
camino.
La paciencia está muy
relacionada con la perseverancia, pues la paciencia es la constancia valerosa
que se opone al mal y a pesar de lo que sufre el hombre no se deja dominar por
él y en cierto modo también con la resiliencia, pues ser paciente ante las
adversidades nos hace crecer y ser más fuertes.
La paciencia es un ingrediente
fundamental para relacionarnos y ejercer cualquier actividad es
como la sal en la cocina , es lo que le da un sabor especial a la vida, pues muchos
momentos de nuestra vida requieren de paciencia, pues implica tolerancia,
calma, pasividad frente a la manera en la que accionamos ante determinadas
situaciones o determinados momentos.
Al fin y al cabo ser paciente
no implica únicamente el poseer la virtud del aguante, de la tolerancia
a las adversidades, consiste además en enfrentar estas contrariedades con
fortaleza, con entereza y sin lamentos, esto es lo que caracteriza a las
personas maduras, aquellas que saben esperar con calma lo que no depende de
ellas y que definitivamente transforman el sufrimiento que acompaña la espera.
A todo el mundo nos ha ocurrido que en determinadas circunstancias en nuestra vida lamentablemente
no podemos cambiar de forma inmediata, hay momentos que no podemos transformar
de una manera rápida, y definitivamente no siempre se obtendrán resultados que
esperamos o que queremos, sin embargo, desarrollando la paciencia, cultivando
la sabiduría de esperar y de tolerar cualquier adversidad y cualquier
situación, esa espera será distinta, nos hará diferentes, será parte de la
madurez del ser humano, será parte de nuestra personalidad y de nuestra manera
de enfrentar la vida… y finalmente, sabremos reconocer cuando llegan los
resultados oportunos y sacar provecho de ellos.
El reconocer la paciencia ,
ser consciente de ella convertirla en tu aliada, es aprehender a ser una persona
más serena, más comprensiva, con menos prejuicios y consecuentemente tener una visión más clara de todas las cosas,
pues al final de todo, uno de los secretos de la vida, es tener
simplemente paciencia.
Ferrán
Aparicio
1
de Junio de 2019