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martes, 15 de marzo de 2016

VOLUNTAD DE VOLUNTADES


VOLUNTAD DE VOLUNTADES,.., TODO ES VOLUNTAD
Después del último post en el que se hablaba de la intuición como el despertador biológico de los instintos básicos que las personas tenemos de una forma innata, en ese instinto básico de la supervivencia, sólo queda añadirle un poco de sal, para tener la receta perfecta y es que voluntad de voluntades,.., todo es voluntad.
 
El gran filósofo José Antonio Marina describe la voluntad como “la motivación inteligentemente dirigida ó la motivación dirigida por la inteligencia” e  intuitivamente no le falta razón.
 
No hay nada que se pueda comenzar si no hay voluntad de hacerlo, por mucho que tengamos claro el poder del deseo. La voluntad de hacer y ponerse en marcha es lo que determina que la motivación aparezca, ya que es la manera de ejecutar inteligentemente el motivo que nos mueve.
 
En ese acto inerte y voluntario, valga la redundancia es donde comienza la chispa  que enciende el mecanismo para que comportamientos que suelen ser  automáticos, empiecen a ser conscientes y voluntarios y es ahí donde nuestra libertad de hacerlo o no hacerlo tropieza con el factor motivación.
 
Normalmente nada es gratuito y todo nos cuesta algo, es por ello que muchas veces la voluntad  quede rezagada en la desgana, el cansancio o simplemente en el aburrimiento bien por falta de motivación, bien porque no tenemos claro que lo que nos proponemos voluntariamente  va a tener una meta clara.
 
El deseo es una llamada a la acción que necesita ser  reforzado por la voluntad, sin embargo una interrelación  en exceso o defecto de deseos   afectan a la voluntad, haciendo nuestros objetivos más inapetentes de la misma forma  que la esclavitud de la voluntad nos hace prisioneros en forma de adicciones y emociones.
 
De todos es sabido que  aplazar  la realización de nuestros trabajos y  proyectos consume más tiempo y energía que iniciarnos en su camino de ese momento mejor que sin embargo nunca llega.
 
Otros depredadores de la voluntad son aspectos como, la rutina, la inconstancia, la incapacidad, la obcecación o la tozudez, pues marcan un  camino improductivo que reducen la voluntad haciéndola fracasar.
 
Al final  de cualquier razonamiento  llegamos a la primera premisa como con cualquier silogismo en que la calidad de la voluntad va a depender de la calidad de la inteligencia, es decir en valorar lo que queremos voluntariamente e inteligentemente, porque  en cualquier caso, voluntad de voluntades,…, todo es voluntad.
 
                                                         Ferrán Aparicio
                                                    15 de marzo de 2016

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