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viernes, 15 de junio de 2018

MASCARAS


Todos sabemos desde el sentido común de lo que hemos visto o aprehendido que una máscara o careta, es una pieza normalmente adornada que oculta total o parcialmente la cara. Pero bien es cierto que las máscaras se han utilizado desde la antigüedad con propósitos ceremoniales y prácticos.

Los etnólogos sitúan el nacimiento de la máscara en el momento en que se produce la autoconciencia, conciencia de uno mismo y quizás y sólo quizás, ahí este el secreto de la identidad de la máscara, tanto para los demás como para uno mismo.

Su uso se remonta a la más lejana antigüedad encontrándose entre los egipcios, griegos y romanos, y de ellas tenemos grandes muestras en los museos de antropología, independientemente de su expresión o finalidad, desde el sentido festivo hasta el uso escénico.

Pero hiendo a la esencia de máscara como conciencia de uno mismo o de los demás como personas y personajes, que observamos desde la observancia, llegas a la conclusión que las personas no cambian, lo que cambiamos es la máscara que llevamos en función de la representación que tenemos en el teatro de la vida, pues con el tiempo y tras varias escenas y varias etapas estructuradas como en un obra de teatro, de acuerdo al principio, el nudo y el desenlace, le brinda al observante desde la observancia, a entender la guía de la narración de la historia efectiva de nosotros mismos y de las personas que nos rodean.

Las máscaras como la teoría de las capas de cebolla, te llegan a demostrar que las personas no cambian, en realidad nunca fueron como creías, y eso no es una cuestión baladí, pues al final ya no sabes si realmente eres autoconsciente de ti mismo y en especial de las personas que tienes en frente o simplemente te rodean.

Aunque a la máscara también se le llama careta, si lo piensas fríamente no es lo mismo  pues la máscara es aquello que interpretamos o simplemente ocultamos tras un gesto y  la careta se  usa exclusivamente para cubrir el rostro y disimular los rasgos de la cara.

La pura realidad es que un día te levantas tras un dulce sueño y te das cuenta que te encuentras frente a una máscara  que tras años de haber convivido con una persona, te das cuenta de cómo es en realidad. Y es ahí donde se rompen muchos de tus sueños, tus ilusiones y esperanzas, pues la máscara sólo ha sido el gesto de interpretación de una obra teatral que es la propia vida.

Tenemos que reconocer que nadie somos capaces de  conocer en profundidad a las personas y aunque  con el tiempo, soy de los que piensan que la vida nos pone a todos en nuestro sitio, te das cuenta que hemos idealizado o simplemente hemos convivido con unas máscaras  de dimensiones extraordinarias.

Todo el mundo tiene derecho a cambiar incluso a cambiar de máscara, pues cambian las circunstancias, los ámbitos los intereses, pero incluso con la máscara más bella no podemos olvidar que disponemos de una esencia inconfundible, de un tipo de personalidad, integridad y valores que suelen y deben  ser constantes en el tiempo.

                                                    Ferrán Aparicio
                                                  15 de junio de 2018

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