El
español es un idioma tan rico como complejo, en este sentido es una de las lenguas más difíciles de
aprender para alguien que no sea castellano hablante, aunque tampoco es fácil
de dominar cuando se trata de la lengua materna.
Es bien cierto que hay gente
que le pega patadas al diccionario , pero también es cierto que hay palabras y expresiones que llevamos
utilizando mal toda la vida.
Muchas veces por educación, arraigo o
simplemente costumbre escuchamos discursos erróneos, pero tan arraigados y
transmitidos de generación en generación que no desaparecen, y aun siendo conscientes de estar haciéndolo mal, continuamos
utilizando vocablos y palabras, que sabemos que están mal dichas.
Esto lo comprobamos cuando leemos,
bien sea el periódico o cualquier libro aparecen nuevas palabras, o simplemente
palabras que pensábamos que se escribían de otra forma. También en la ortografía
han cambiado modas y modismos respecto a las acentuaciones, aunque las agudas,
llanas y esdrújulas, siguen con las
mismas reglas académicas que las que aprehendimos cuando éramos niños.
Del mismo modo, otros
términos nos pueden sonar raros por utilizarse con menor frecuencia y nos
aventuramos a corregir al que los usa, sin embargo, son tan válidos como sus
sinónimos más comunes.
En otras ocasiones metemos
la pata al utilizar dos palabras como si tuvieran el mismo significado, y esto
lo compruebas cuando utilizas la RAE o cualquier otro diccionario y te das
cuenta que estás diciendo o escribiendo algo que realmente no es coherente.
Cuantas veces escribiendo te das cuenta que te reiteras en verbos y
sustantivos, buscas una palabra o verbo alternativo que muestre el mismo
significado y es entonces cuando te pones a prueba con tu capacidad para
encontrar sinónimos.
Otro tema es los errores en ortografía
que tenemos, pues realmente son palabras que no vemos normalmente escritas ,
como son friegasuelos y friegaplatos, fregasuelos y fregaplatos, que se construyen con la tercera persona del singular
del verbo fregar.
Hay expresiones que nos
sucede lo mismo , quien no ha oído la expresión “desternillarse de risa”, cuando
todos pensamos que se escribe y se dice rutinariamente “destornillarse de risa”. Es entonces cuando analizamos los términos y
caemos en la cuenta que la expresión
procede de ternilla y antiguamente,
cuando alguien se reía de manera exagerada podía llegar a romperse las
ternillas, es decir los cartílagos de la mandíbula.
Las palabras son solo palabras y aunque estamos llenando el español de
anglicismos innecesarios, que no aportan nada, porque ya están hispanizados, es
necesario saber lo que decimos con propiedad, como siempre ,.., sin más.
Ferrán
Aparicio
10 de Abril de 2019
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