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martes, 5 de febrero de 2019

EL AROMA DEL TIEMPO


Hay ciertas ocasiones que no puedo evitar el comentar algún libro que ha caído por casualidad o causalidad, en mis manos, y este es uno de ellos, fruto de un fantástico regalo de navidad. El libro que para mi gusto es muy recomendable es “El aroma del tiempo” de Byungchul Han, publicado por Herder en 2015.

Quizás lo más interesante es  la empatía que el texto establece con el lector, en cuanto identificas el diagnóstico del mundo actual en que vivimos, en cuanto a la percepción del tiempo y la aceleración perceptiva que de este tenemos.

Todos y cada vez más personas vemos como las semanas pasan de lunes a domingo, pasamos del invierno al verano y cuando nos queremos dar cuenta ya estamos celebrando el final del año, y  sentimos que la velocidad con que se mueve el tiempo en la vida diaria, nos hace sentir como una pieza del mecanismo que no para nunca, si bien esta aceleración no es lo que nos molesta, sino más bien el perder el sentido y el control del tiempo, animados por las rutinas y costumbres, que transforman el factor tiempo en un valor fragmentado.

En realidad esta aceleración vital de alguna manera nos agota pues todo parece efímero y fugaz, estamos esperando, programando, organizando unas felices vacaciones y cuando nos damos cuenta ya las hemos vivido, sin más. Es como si todo lo que vivimos se terminara antes de lo que debería, sin llegar a saborear el aroma del tiempo.

Como siempre la solución sería parar el tiempo, lo cual como todos sabemos resulta imposible,  sin embargo no estaría demás el tomar conciencia de que si bien no podemos parar la máquina del tiempo, podemos aquietar nuestra vida disfrutando de algo tan valioso como es el concepto de tiempo.

Analizado este mecanismo, Han  determina  que al hacer del trabajo, el todo se anula cualquier otra forma de vida y afirma  que el hilo de la vida, de la trayectoria de la vida se recupera, con la vida contemplativa, con el aquietamiento circunstancial, con el concepto del no-hacer, revelando consecuentemente el aroma del tiempo, ganando consecuentemente  tiempo y espacio, duración y amplitud

Han y su libro, no trata de resolver el problema de la velocidad sino el del sostén del tiempo, el sentido, la trayectoria, el hilo narrativo que engarce los fragmentos y le devuelva la tensión.

No puedo finalmente dejar de transcribir un par de párrafos de su libro que seguramente les harán pensar sobre la necesidad de parar a pensar sobre el  conflicto de la percepción del aroma del tiempo, como siempre,.., sin más.

“El tiempo comienza a tener aroma cuando adquiere una duración, cuando cobra una tensión narrativa o una tensión profunda, cuando gana en profundidad y amplitud, en espacio. El tiempo pierde el aroma cuando se despoja de cualquier estructura de sentido, de profundidad, cuando se atomiza o se aplana, se enflaquece o se acorta. Si se desprende totalmente del anclaje que le hace de sostén y de guía, queda abandonado. En cuanto pierde su soporte, se  precipita.

                                                               Ferrán Aparicio
                                                           5 de febrero de 2019



miércoles, 20 de junio de 2018

TEATRO, LO TUYO ES PURO TEATRO


Siempre hemos oído hablar aquello  de “Teatro, lo tuyo es puro teatro“, pero lo que es bien cierto que cualquier obra de teatro, se estructura de acuerdo al: principio, el nudo y el desenlace, lo que  brinda al escritor una guía para una narración de la historia efectiva y a la audiencia un mapa de la obra. Pero cuando utilizas este esquema para el teatro de la vida,  el modelo de los tres actos es una fórmula clásica para asegurar que una obra esté contextualizada, la trama actuada y la crisis resuelta.

Es cierto que por analogía, sincronicidad y algo de escepticismo, como fórmula alquímica, la vida tiene un  principio y un final, y entre estos dos puntos un desarrollo  en distintos actos que podíamos asociarlos a las etapas naturales de la vida como son la niñez, la pubertad, la adolescencia, la madurez y en su caso la vejez.

La vida  sigue la línea de la historia, el principio introduce a las personas, como  actores o personajes y sitúa la historia en términos de tiempo y espacio. Ese  principio también brinda la exposición o revelación de información de fondo necesaria para seguir la historia mientras se desarrolla, y hablo de educación, principios y valores, necesarios para el desarrollo de la propia obra de teatro que es la vida.

En este sentido, la vida todo sigue más o menos sin necesidad de ser actuada, la secuencia de los ciclos  es usualmente narrada, vivida o sucedida como un proceso natural, hasta que en un ciclo surge   el "punto de ataque", la acción particular que causa acciones subsecuentes o de la que surgirá la crisis.

A cada uno la crisis le ha llegado en un momento, bien porque no se ha aquietado para pensar en qué momento se encuentra y simplemente  es el  nudo, que enlaza el principio con el desenlace.

Es bien cierto y mirando con retrospectiva , lo cierto es que en esta etapa ha habido una o varias crisis y los personajes, que han participado en cada acto han sido variopintos y variados en cuanto a su naturaleza, filosofías y características y han influido en estos nudos  ya sea resolviéndolos o aumentándolos. Lo cierto es que la evolución por humana que es,  ha llevado la trama de la vida conduciendo una a la siguiente.

En este punto de la vida que se sitúa en general entre los cuarenta y cincuenta años, los personajes de la trama y el esquema persiguen objetivos y buscan respuestas o superan obstáculos y lidian con la intriga.

Una vez se va peinando canas, usualmente comienza con la confrontación final de los personajes adversarios o de las fuerzas hacia la resolución de la crisis central o el problema fundamental de la historia, y es simplemente el haber encontrado ese sentido que da repuesta a lo vivido, sin el sentimiento de mirar hacia detrás, sino con el sabor de lo que se ha vivido en cada etapa.

En este punto, los objetivos se logran, las preguntas se contestan y los temas y suposiciones se confirman, se atan los cabos sueltos y se brinda respuestas a las preguntas planteadas en el comienzo y en el desarrollo medio, dejando a la propia persona satisfecha, y esto simplemente es el desenlace, como siempre, .., sin más.

                                                           Ferrán Aparicio
                                                     20 de junio de 2018