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miércoles, 20 de mayo de 2020

HECHOS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES



El refrán popular “Obras son amores, y no buenas razones” u “Obras son amores, que no buenas razones” significa que el amor verdadero se expresa con acciones y no apenas con palabras, por bien fundadas que estén. 

También tiene la connotación de lo que está bien hecho, no necesita justificación alguna y lo digo a la sazón de la represión mediática que estamos sufriendo en este estado de alarma. 

Todos nos estamos dando cuenta que la libre expresión se ha acabado, que los medios de comunicación están capados, que no se puede difundir noticias, lo más extraño es que aquellos que lucharon por la libertad de expresión y la trasparencia, son los que ahora vetan la comunicación y capan lo que no les interesa. 

Con el tema de la bandera española más vale pasar al siguiente párrafo, ni lo entiendo ni se entiende y para eso está el artículo 4 de la constitución que la define a la perfección. 

Cada día asistimos y oímos declaraciones y eventualmente algunas acciones, pero nada contundente. En el caso del señor presidente se ha esmerado en bordar un discurso edificado sobre la prominencia que le da su investidura, confiando en que la reiterada repetición del mismo, todos los días, logre implantarlo en las mentes de los españoles. 

Goebbels decía que una mentira repetida mil veces hace que sea tenida por verdad, y si la dice alguien con el nivel Presidencial, eso parece más fácil de que suceda. 

La capacidad de las Redes Sociales para servir de “memoria y conciencia” colectiva, permite el contraste de los hechos contra los discursos, así como el de los discursos del presente contra los del tiempo pretérito, es decir podemos ver el contraste en el tiempo , aquello de donde digo, digo y donde digo, digo diego. 

El resultado entre ese contraste ha sido devastador para el discurso social, los hechos son contundentes y contradicen de palmo a palmo lo que se intenta construir con base en una estrategia de Comunicación Social que ya está igualmente fuera de la realidad. 

Lo que está claro que la difusión en las Redes Sociales, contribuye a exacerbar más la inconformidad ciudadana ante los burdos intentos de manipulación, y es por ello que se manipulan y capan, pues no interesa al pastor del rebaño que se disperse la manada. 

Es cierto que hay algunos logros de los cuales el Gobierno podría ufanarse legítimamente en su discurso de cómo evitar que siguieran su curso las privatizaciones, pero en cambio, otros numerosos hechos lo colocan en una condición de extrema debilidad, expuesto a que cualquier eventualidad lo coloque en situación de inestabilidad, como la, rebelión del pueblo, que al fin y al cabo es soberano. 

Los hechos están dejando al gobierno sin discurso y sin apoyo social; las muestras confiables en las Redes Sociales demuestran el malestar social ante la concentración en las manos gubernamentales del control no confeso de los otros poderes formales, así sea con las pruebas y razones más evidentes y convincentes. 

Ferrán Aparicio 
20 de mayo de 2020 

sábado, 30 de septiembre de 2017

UNA, GRANDE Y LIBRE

Hablar de una grande y libre sin más, nos hace pensar a todas las generaciones independientemente de su edad en la peseta.
Pesetas ha habido muchas, aunque actualmente haya generaciones, que no las reconozcan, ni mucho menos a los céntimos, pues realmente no los han usado.

Sin embargo, los que ya tenemos una cierta edad, por suerte y primacía, nunca nos olvidaremos de las más antiguas pesetas y de sus connotaciones, ya no sólo políticas sino culturalmente coetáneas.

Además de las pesetas estaban las famosas monedas de: cincuenta céntimos, la peseta, la de dos peseta y media, la de cinco, los cinco duros, y la de cincuenta pesetas, posteriormente salió la cien de plata que todo el mundo ansiaba tener como un valor insospechable de poder y afirmación.

Hemos asistido a demasiadas actuaciones nacionales, regionales, autonómicas y locales donde la corrupción, los recortes, las denuncias y los impuestos, nos han manifestado cuantas cosas pasan a nuestro alrededor. Hasta aquí nada de nuevo, las personas que no lean periódicos, siempre tienen radio y si no cualquier televisión, cualquier medio lo publica y nos vamos acostumbrando cada día a un nuevo titular, comunicando o reportando lo que se delata en esa posición contradictoria a esa peseta, por la que hemos luchados todos y que la como conocemos como: única, grande y libre.

No me explico  como persona, como español que soy , como seguimos resignados, mudos y cómplices y vemos como el dinero de los contribuyentes, se distribuye sin entender que el mandato se designa a servir a los ciudadanos durante el mandato que les dan a estos señoritos, como si no pudiéramos hacer nada ante la situación en que estamos viviendo ante  esta recesión de valores, principios constitucionales, sin pignorar como el dinero de los contribuyentes se esfuma para pagar, abonar, disfrutar y tantos y tantos verbos que cabrían dentro de esta frase para conseguir, favores, adjudicaciones fraudulentas y para situarse en política como busca de un sillón y `perpetuarse en el poder como servidores públicos, a costa del pueblo que es único elemento de la constitución que determina como poder popular.

No me confundan como ideología política, pues está de moda últimamente, pues seguramente se equivocarían, simplemente utilizo la frase conceptual al margen de su contexto creador, para expresar que el trabajo que realizan las personas con vocación de servir a los demás desde una institución pública o privada, incluso mixta, busca el bien común de los ciudadanos, la dignidad personal y colectiva y en definitiva y en su punto más álgido, un estado de libertad y grandeza colectiva.

Es por todo este discurso, el invitar a la reflexión en que el silencio de los ciudadanos solo refleja una sociedad individualista, que obvia el subconsciente colectivo, es decir, algo que todo el mundo sabe, pero ignora por su interés personal, por desconocimiento o simplemente por no sufrir más de lo que corresponde.

No sigamos fingiendo que todo está bien y que nada va mal, pues los emancipados por la transición y desheredados por el bienestar, también merecemos un respeto y una dignidad después de luchar apolíticamente por: una, grande y libre, sin resto, libertad y justicia.
                                                              Ferran Aparicio

                                                     30 de septiembre de 2017