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miércoles, 10 de octubre de 2018

AQUIETANDO EL RITMO

Hay días que sin saber por qué o por qué no, uno aquieta su vida y reflexiona sobre todo lo que sucede a su alrededor y muy comúnmente cuando llega la noticia de la muerte de alguien cercano, que queremos o simplemente ha formado parte de nuestra vida.

Es bien cierto que la vida se compone de  horas, momentos, días, etapas,…, incluso años, pero lo que también es cierto que como en la vida misma estamos obligados a hacer más cosas con menos recursos, resulta  necesario aquietar que no parar el ritmo bien voluntariamente o bien circunstancialmente, pues al final te das cuenta que sólo se trata de enfocarse en las cosas más importantes en lugar de pasar el día apagando fuegos, por decir un algo.

Todos los humanos por definición queremos sacarle el mayor jugo a la vida y ser efectivos en aquello que nos interesa, pero sin embargo nuestros hábitos productivos están desenfocando la visión hacia el camino que realmente queremos coger, si es que en algún caso o momento, conocemos la dirección perfecta para llegar a la esencia de lo queremos o al menos deseamos.

Al final de pensar en blanco durante un buen rato, llegas a la conclusión de que la clave está en organizar tu vida y la información que llega a tu vida de una forma más sencilla y de una forma más eficaz, en categorías apropiadas basada en cómo hay que accederla.

Dicen la gente hábil y práctica, que se trabaja la mitad con un trabajo ordenado, si lo proyectamos al conjunto de factores que integran nuestra vida, quizá y sólo quizá, la clave esté en crear el hábito de mantener tu vida organizada.

Tener una rutina que te permite empezar cada día con un plan sencillo y alcanzable y tener claro a donde nos lleva sea una de las pautas básicas no solo emocionalmente de sentirnos mejor sino de estar más satisfechos con el paso del tiempo.

La clarividencia de saber organizar y priorizar cuales son los aspectos más necesarios en cada momento y su escala de valores en cuanto a conseguir nuestros objetivos a corto y largo plazo, resulta una técnica infalible y ágil para avanzar cada día.

No sólo se trata de salir de la zona de confort pues al fin y al cabo si nos va bien no hay por qué cambiarla, sino de analizar si en esa zona estamos realmente plenamente felices.

La inconformidad es un acto de rebelión contra nosotros mismos y la finalidad un reto que nos mueve a otra zona que nos pueda mejorar el sentimiento de bienestar, por lo que te animo a aquietar el ritmo, a dedicar al menos unos minutos a pensar qué estamos haciendo y qué hacer con nuestras vidas , para salir de esas zonas improductivas no en el sentido económico de la palabra sino más bien emocionalmente, pues no hay mayor satisfacción de estar peleando al levantarme cada día por algo bueno y para mí , y se lo digo porque hoy es mi cumpleaños y este es mi auto regalo.

Ferrán Aparicio
10 de Octubre de 2018