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jueves, 15 de octubre de 2020

ATANDO MACHOS

Es muy habitual escuchar o usar el modismo atarse los machos, cuando alguien se prepara para enfrentarse a una dificultad o riesgo que debe superar. 

Al contrario de lo que algunas fuentes apuntan o pueda pensar más de uno, los ‘machos’ a los que se refiere la expresión no tienen nada que ver con el término utilizado para referirse al género masculino ni es una forma metafórica de aludir a los atributos sexuales , bien sea el pene o los testículos. 

En realidad los machos son los flecos, en términos generales y tradicionales, son los elementos decorativos tipo borlas que cuelgan en el traje de luces que viste un torero. 

Si te fijas bien en un traje de torero, hay diversos repartidos por todo el traje: en el chaleco, la chaquetilla y la taleguilla, y es precisamente de las que cuelgan en la taleguilla a la altura de las pantorrillas a la que hace referencia la expresión, ya que son las últimas en apretarse justo en el momento de terminar de vestirse de luces y salir al ruedo. 

De ahí que surgiese esta locución como sinónimo de prepararse cuidadosamente para una empresa difícil, pues no resulta fácil atarse las borlas a la altura del taleguillo. 

En otras cultruras latinoamericanas el significado de agárrate los machos es el mismo pero com potro carácter y es algo así como prepárate para lo que se avecina, sentido que queda totalmente claro al saber que los machos son los cordones que se sujetan a la taleguilla del torero, justo a la altura de las corvas. 

Agárrate los machos sigue siendo una frase de gran uso coloquial dentro y fuera de España y tiene matices como: llénate de valor o ármate de coraje para enfrentar algo difícil o que se pronostica engorroso y complejo. 

Ahora que estamos en crisis, es el momento de agarrarse los machos pues la amenaza de una enfermedad como es el Covid 19, ocupa gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días. 

Durante semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus. Los programas de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre las últimas cifras de muerte y, dependiendo de a quién sigas, las plataformas de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos o humor negro. 

El mapa que muestra el número de infectados y muertos en el mundo por el nuevo coronavirus. Este bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología. 

Debido a algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos, y menos receptivos a la excentricidad, por eso sólo nos toca que agarrarnos los machos y ser prudentes, pues la verdad es que nos toca otra. 

Ferrán Aparicio 

15 de octubre de 2020 





sábado, 25 de julio de 2020

EL PEZ POR LA BOCA MUERE


Hay un dicho popular que dice: El pez por la boca muere. Eso fácilmente indica que los seres humanos debemos tener mucho cuidado con las palabras que salen de nuestra boca, no sea que un día veamos que regresan por efecto boomerang. 

En estos tiempos que corren se ha vuelto muy evidente este refrán desde los convenios europeos para la revitalización de la economía, hasta el índice de mortalidad efectos del Covid 19 , donde cada día escuchamos una cosa totalmente distinta y contradictoria al día anterior. 

El refrán “Por la boca muere el pez” o lo que es lo mismo “el pez por la boca muere es un llamado a la discreción y a la consciencia de nuestros mensajes , por aquello de lo que se dice queda y lo que se piensa hay que procesarlo en la expresión final del mensaje que emitimos. 

Recurre este refrán o expresión a la imagen de la pesca, cuyo éxito depende del descuido del pez que no advierte el peligro y abre la boca para morder el anzuelo, lo que es, por sí mismo, la causa real de su perdición. 

En efecto, muchas personas se meten en problemas a consecuencia de no saber guardar información delicada, sea propia o ajena, lo que los expone a sufrir las consecuencias de su desliz e imprudencia. La sabiduría popular retrata esta situación a través de esta imagen, tan común como es el hecho de pescar. 

En este sentido, el refrán enseña que quien habla más de lo necesario se delata o se mete en problemas a causa de su indiscreción. Por ello, se puede usar como una advertencia o se puede usar para sentenciar el resultado de una imprudencia cometida por un indiscreto. 

Un sentido semejante tiene la expresión “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice”. Otras expresiones que pueden tener un significado semejante son “quien mucho habla mucho yerra”; “o "En boca cerrada no entran moscas". 

Este dicho tiene otras variantes, según el país y la cultura, por ejemplo una de ellas es “Por el pico muere la perdiz”, el cual se aplica con idéntico significado. 

En definitiva esta sentencia conocida procede del lenguaje marinero y ha pasado a ser de uso cotidiano y no os recuerda que tanto para peces como para seres humanos, abrir la boca más de la cuenta o a destiempo entraña un serio peligro: al igual que el pez es atrapado al morder el anzuelo, la persona que habla en exceso termina siendo víctima de su propia verborrea. 

Les animo a ser conscientes de que el anzuelo representa el peligro, lo peligroso que puede ser hablar de forma desconsiderada., pues la metáfora consiste en el peligro a abrir la boca para hablar demasiado y así se pone ridícula, siendo víctimas de su propia estupidez. 

Ferrán Aparicio 
25 de julio de 2020 

sábado, 5 de mayo de 2018

LOS TRES MONOS


Todos hemos visto en alguna ocasión la imagen o escultura de los tres monos. Aparentemente siempre nos vuelve a llamar la atención y nos recuerda la virtud del saber ser y saber estar y por supuesto saber esperar, estando callados, no oyendo y no viendo situaciones que personalmente no son de nuestra incumbencia.

En occidente estamos familiarizados con la figura de los Tres Monos Sabios, uno que no ve, uno que no oye y el otro que no habla, independientemente que cada cultura los haya situado en un orden según sus principios, religiones y valores idiosincráticos  en éste orden. Lo que sí es curioso es trío lo asociamos a la idea de que en ocasiones es mejor no ver, no escuchar o no hablar para evitar meternos en problemas.

La leyenda de los Tres Monos Sabios es de origen chino, aunque se hicieron más populares a partir del siglo VIII en la mitología japonesa, donde se les ha consagrado un templo, el Templo de Toshogu, en la ciudad de Nikko.

Lo curioso y como suelen hacer los dioses en su incomprensible comportamiento, los dotaron de una curiosa condición: cada uno de ellos tendría un defecto y dos virtudes, del mismo modo que  cada uno debería tener su función a la hora de cumplir su tarea.

En el caso de Kikazaru, el mono que no oye, su misión era la de usar la vista para observar las malas acciones de los hombres, y se las transmitía mediante la voz a Mizaru. Mizaru, el mono que no ve, no necesitaba de la vista porque su tarea era la de transmitir los mensajes entre Kikazaru e Iwazaru. Iwazaru, el mono que no habla, era el que escuchaba el mensaje de sus compañeros y decidía el castigo que los dioses usarían con los malvados.

Colocados los tres monos jerárquicamente en función de sus habilidades y de sus discapacidades, obtenemos un mono que ve, escucha y habla. Los monos juntos y bien organizados pueden alcanzar metas que, sin duda alguna, no lograrían por separado; un claro ejemplo de cooperación sinérgica exitosa.

Hemos visto o si las buscamos muchas  posibilidades de colocar jerárquicamente a los tres monos; pero todas ellas, excepto una,  son situaciones de comunicación fallida, de asistencia colaborativa imposible.

Aunque hay quien plantea que su significado puede ser que, para permanecer limpios de espíritu es necesario que nos neguemos a escuchar las maldades, que no queramos ver las malas acciones y que tampoco digamos cosas malas de nadie.

En tiempos difíciles y complejos, lo razonable parece ser reorganizar la escala de valores y, como cuando se complica la salud, aprender a apreciar lo que en la vida resulta más determinante. Incluso hace falta que el comportamiento, las maneras y el estilo se depuren hacia un modo de ser menos engolado y pomposo, que parte de este principio de los tres monos sabios , la cooperación sinérgica exitosa, siendo prudente con los que vemos ,oímos y hablamos.
                                                            Ferrán Aparicio
                                                           5 de mayo de 2018