Hay
palabras dentro de nuestro diccionario, que ni por asomo conoceríamos su
significado cuando las escuchamos o
leemos, salvo que acudiéramos a un diccionario, y procrastinación es una de
ellas.
La procrastinación, postergación o posposición, según Wikipedia es
la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse,
sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
El
término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea
pendiente sin tener una fuerza de voluntad para concluirla, sin embargo en mi
opinión no tiene relación siempre con lo
abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido,
sino nuestra actitud a enfrentarnos al suceso en relación a su necesidad pues actuamos en relación a lo que nos parece lo importante que en definitiva es supeditado
a lo urgente.
Es
común en toda persona que dejes
quehaceres para mañana , si bien el dicho lo dice claro expresamente “
lo que puede hacer no lo dejes para mañana , sin embargo la evasión
de responsabilizarse posponiendo tareas a realizar puede llevar a las
personas a refugiarse en actividades
ajenas a su cometido, simplemente por inercia o de ganas y en general por falta
de interés o aburrimiento.
Sin embargo dentro de unos quehaceres diarios,
está la reorganización del tiempo a efectos de conseguir hacer o cumplir, tanto con lo que nos apetece
como lo que no nos apetece. La organización implica en cierto modo el poner en
valor por su importancia en el tiempo
real, concentrándose en realizar las tareas importantes que tienen un plazo de
finalización más cercano.
Muchas veces decir que no tenemos tiempo es expresar
nuestros miedos al
fracaso, en tareas donde no hay garantías de éxito y si lo pensamos fríamente no
existe nunca la
falta de tiempo, existe la falta de interés, pues lo realmente nos interesa
siempre está hecho en forma y tiempo.
En este sentido dicen
los expertos que la lógica organizar del tiempo es en un inicio de día hacer lo
que más trabajo o interés de las cosas que tenemos pendientes y dejar las más
sencilla o indeterminantes para los últimas horas del día.
Al final y como
siempre sólo se trata de tomar consciencia de las cosas que tenemos pendientes
y de adjudicarles nuestro grado de interés y urgencia, en un binomio que es
personal e intransferible y sólo nosotros dominamos en nuestra propia
organización del tiempo.
Cuando eres
consciente de la procrastinación como concepto y actitud en la vida , te das cuenta que no
vale la pena derivar en el tiempo las cosa que tenemos pendiente , pues lo que
está claro es que lo que no se hace está pendiente de hacer y no nos la van a
hacer nadie.
Ferrán Aparicio
15
de febrero de 2019