Si bien la estructura
de tres partes de principio, nudo y desenlace es la manera más común de
subdividir una obra de teatro, no existen reglas estrictas para estructurar una vida.
Algunas
óperas contemporáneas y musicales emplean una estructura simple de dos partes y
es que en la variación está el gusto como simple alternativa.
Otras
producciones, dependiendo de la complejidad de la trama y la longitud de la
historia, tiene desde uno hasta siete actos, el problema de la vida humana es más complejo , cuantos
actos , etapas o partes estructuramos a lo largo de nuestra vida. Dicen por lo
general que centramos nuestra vida en la infancia, pubertad., adolescencia,
juventud, madurez y como final el desenlace para volver en su caso a empezar ,
los que creemos en la reencarnación.
En
nuestra mano está saber darnos cuenta a tiempo, saber leer en los gestos, saber
intuir en las palabras, saber deducir en los actos, pues cada persona es un
mundo y le da el tiempo a cada acto para sin más pasar al siguiente ,
utilizando el argumento y sentido que a su vida le da.
Los
más coherentes llevan una linealidad absoluta basada en patrones clásicos otros sin embargo llevamos un patrón
más intuitivo intentando hacer lo que podemos o muchas veces queremos, manteniendo el corazón abierto y los pies en el suelo y amarrados a las raíces
del equilibrio y la auto protección.
Lo
bien es cierto que en el teatro de la vida, las personas no cambian, pero se
enmascaran intentando cuadrar sus aristas y vacíos particulares con los de su
circulo vital , bien sea la familia , su pareja o simplemente su círculos de
amigos.
En el fondo la vanidad humana nos lleva a enmascarar y disimular las carencias
propias
mostrando
virtudes que no son ciertas y en el devenir del tiempo, poco a poco, pasito a
pasito, van surgiendo esas situaciones
tan reveladoras donde se pone a prueba a las personas y ahí es donde se
demuestra su verdadera esencia, su auténtica personalidad.
Lo
creas o no este tipo de situaciones son realidades muy comunes en el día a día,
y de hecho no surgen solo a nivel de simple alternativa, ocurre también en
todos nuestros círculos vitales.
Las
personas no cambian de la noche a la mañana, ni tampoco suelen cambiar con el
tiempo en realidad, es el propio tiempo el que te permite ver la verdad.
En
realidad es evidente que no existe una fórmula mágica que nos permita planificar
los actos en que dividimos nuestra obra de teatro que es la vida y cómo
son en realidad las personas.
Al
final solo se necesita compartir momentos, experimentar vivencias para que sea
la propia vida, quien saque a la luz
las propias oscuridades y bellezas interiores, sacando conclusiones a través de
las palabras, de los actos, de los gestos y también de los silencios.
Ferrán Aparicio
25
de julio de 2018