Muchas son las personas que me rodean que por moda,
tendencia o simplemente por necesidad vital en toda la extensión de la palabra
comienzan un nuevo camino, el camino de la sencillez y el minimalismo.
Un
día te despiertas y sin venir a cuento y como siempre, sin más, te das cuenta
lo complicada que es tu vida, no en cuanto contenido, sino también en formas y
maneras.
En
ese momento básico te das cuenta de la necesidad del despego a los objetos
materiales para conseguir de alguna forma anecdótica sentirte más libre. Sin
embargo lo que en principio no podemos conseguir es el despegarnos de todo lo
que somos como ese fondo de hechos y etapas acumuladas, en lo que se llama
experiencia vivida.
En
ese momento preciso es cuando te viene la idea;
que tenemos que dejar de confundir el yo con el ser y es que el minimalismo como concepto es
simplemente ser capaz de vivir con muy poco.
El
minimalismo como tendencia general se centra en el intento de reducir cualquier
cosa, incluso cualquier sensación y sentimiento a lo esencial, despojada de
elementos sobrantes, aplicando este
concepto tan sencillo desde nuestro espacio vital a nuestros grupos e individuos.
Pero
al final del camino en esta tendencia lo que llegamos a entender dentro del concepto abstracto es
que nuestro camino es mucho más que nosotros
mismos , nuestra familia, nuestra profesión,
nuestro partido político, nuestra cultura,…, sino aquello que nos acerca a ser
lo que realmente somos.
Al
final de este cuestionado despertar
comprendes que no se trata de vivir sin nada sino simplemente de establecer un
equilibrio entre nuestro cuerpo y
nuestra mente, que nos ayude a centrarnos en nuestro camino, propio e intransferible.
Quizás
y sólo quizás, cuando llegas a esta situación, te das cuenta que lo que
realmente tiene sentido en este punto del camino es centrarte en lo importante
y no depender de las condiciones externas para complicar tu vida y hacerte esclavo
de una pseudo-felicidad que no te deja avanzar en ese camino hacia la libertad.
Es importante
también generalizar en el sentido de que cada minimalismo es particular y de cada persona que lo construye y aunque goza
de ciertas peculiaridades coincidentes con las de tu vecino o vecina, al final
somos nosotros mismos los que le dotamos del correspondiente significado vital.
El
mundo está lleno de posibilidades que se abren a nuestro alcance y somos
nosotros mismos, los que decidimos buscar la felicidad, no en aquello que tenemos
sino en lo queremos tener, y esta es quizá sea la premisa errónea que relaciona
el avance en el camino o permanecer estancados.
Les
animo como siempre a ejercitar ese desapego aunque sea a través de un
despertar, pues el mensaje del camino
exclusivamente se centra en ser capaces de distinguir lo que realmente
necesitamos y es importante de lo que
creemos necesitar.
Ferrán
Aparicio
1 de
mayo de 2016