No sé
si porque los últimos acontecimientos de ver tanta gente angustiada y dolorida,
rezando con otros ritos y otras religiones y ante una catástrofe como ha sido
el terremoto de Nepal, se me ha removido la conciencia en el sentido de que
compartir es vivir.
No podemos ya como en otras
ocasiones mirar hacia otro lado y si la muerte llamara a nuestra puerta pedirle
una tregua, en cuanto que aún nos quedan cosas que hacer y no hemos hecho
postergando la oportunidad que la vida nos da a diario y sobretodo compartir que al fin y al cabo no
es nada más que vivir.
Cuando uno va cumpliendo años
y van surgiendo las primeras canas te das cuenta que ya has hecho muchas cosas,
que has investigado, vivido e incluso
avanzado en campos que nunca hubieses imaginado, unos por casualidad
otros por voluntad propia, por curiosidad o porque se te han puesto en medio de
tu camino y es entonces donde de una forma inconsciente empiezas a buscar otro
sentido a tu vida, ese sentido no vanal donde lo relativo se acerca por difícil
que parezca a lo absoluto y donde lo importante ya no eres tu ni tus
circunstancias, sino lo que te rodea, pues te das cuenta que aparecer o desaparecer es algo tan relativo
como comprender que nacemos para morir y esto es un pasar al cual le tenemos
que dar el máximo sentido.
La dicotomía emocional surge
cuando te planteas que tener una vida con cierto sentido y ser felices pueden
ser aspectos no muy compatibles por el
estilo de vida que llevamos en general muchas personas.
Es bien cierto que muchas
etapas de nuestra vida nos la hemos pasado montando un presente y un futuro,
solo en el punto de unión de todos los tiempos pasado , presente y futuro, sea quizás la
forma de empezar a interpretar que compartir es vivir.
Para algunos no es más fácil dar
que recibir, sin embargo sólo si le damos sentido a esa acción es cuando nos
sentimos plenamente pletóricos.
Cuando uno llega a un punto
que con lo que tiene le es suficiente y
en cierta forma, aún es capaz de compartir lo que le sobra o lo que no le sobra
tanto pero no necesita, es cuando reconocemos un cambio de conducta pro social
que nos acerca a una sensación de felicidad.
Yo reconozco que compro ya
bastante poco y consumo mucho menos, pues
es obvio que no siento la necesidad, pero sin embargo estoy reflexionando
en voz alta, el hecho de que para que una vida tenga sentido no hay que hacer grandes cosas sino practicar el agradecimiento
por lo que tenemos y no nos falta, pues esa forma de ver la vida y compartirla
con los demás es lo que nos empatiza con
la sociedad con la que vivimos , aunque sólo por aquello de que compartir
también es vivir.
Ferrán
Aparicio
30 de junio de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario