No ha
notado usted últimamente que la vida va cada día más de prisa, que pasamos de
lunes a domingo, de semana en semana, de mes en mes , una y otra vez y cada vez de una forma más rápida y
que sin querer nos crecen los enanos , de una forma desmesurada,…, para acabar concluyendo
sobre la necesaria organización del tiempo, de los recursos y de las fuerzas,
lo que nos obliga a una re-orientación
que no conviene dejar simplemente en manos de la coyuntura de los momentos.
Al final como es evidente y
dado que no llegamos a luchar, ni por supuesto a vencer en todos los frentes,
simplemente se trata de establecer prioridades,
pues lo que está claro que la clave está
en los procesos sencillos y efectivos, ya que la sencillez es también la
búsqueda de lo fundamental.
Independientemente que la
propia sencillez va creando cadenas como
si de un silogismo se tratara, vamos encadenando ideas como el caso de que la
sencillez como concepto y estado emocional es deseable, si bien la simpleza no
lo es tanto, así como el hecho de que la sencillez es un saber, no un acopio de
conocimientos, sino una forma de vida.
La sencillez no es una forma
de resignación, ni de conformismo., ni indiferencia, ni desatención para con lo
refinado, ni falta de implicación, es un estado que en tiempos difíciles y
complejos, o contrariamente en tiempos tranquilos nos invita razonablemente a reorganizar los principios
generales de nuestra rápida existencia y consecuentemente, la correspondiente escala de valores que conlleva
esta situación de a quietud.
Desde ese estado de plenitud
en la sencillez comprendemos el alcance
y el sentido del vivir, y el carácter pleno y efímero de la existencia, que se
expresa en las experiencias cotidianas, pero sin embargo resulta chocante, lo
llamativo que puede resultar, que nos veamos en la necesidad de recordádnoslo.
Es
bien cierto que en la era del consumismo, todo se nos vende como necesario e imprescindible,
hasta que acumulamos más de lo que necesitamos y entonces nos paramos a pensar
y distinguimos más claramente lo que nos falta y lo que nos sobra.
La felicidad y el éxito, siempre
se ha pensado que están en el exceso, la exhibición y la vanidad y que son valores son consustanciales a la
naturaleza humana como seres sociales que somos.
En general y hasta hace un
tiempo , las personas valorábamos la alegría y los placeres y hacíamos todo lo
posible por ser felices llenándonos de cosas y valores innecesarios, hoy en día
y no sé si por hastío o porque ya tenemos demasiado y nos sobra la mitad de lo
que tenemos , la alegría y el placer no se centra en la ridícula exhibición de riquezas para
provocar la envidia y el sentimiento de inferioridad de sus conciudadanos, sino
que actuamos como utópicos, quienes valoraban el tiempo libre para dedicarlo a cultivar lo que prioritariamente te resulta más placentero
dentro cada uno de sus posibilidades y necesidades, al final sólo queda el
hecho de cada uno establezca la prioridad de su propia senda y en cierta forma apartanos
del mundanal ruido que emana del mass media social.
Ferrán Aparicio
15
de Abril de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario