Según Eric Fromm antes de amar es necesario aprender a hacerlo, de lo contrario y debe celebrarse todos los días como un acto liberador y enriquecedor, porque quien logra aprender a amar de forma madura y consciente, entiende que el querer no sabe de posesiones o condiciones.
El amor es por encima de todo la preocupación activa por la vida, es cuidado y el deseo firme de favorecer el crecimiento de aquellos a quienes amamos.
La mayoría de nosotros no somos maestros en este arte, somos más bien neófitos de una realidad en la que nos sumergimos de casualidad y sin saber, llenos de necesidades pero faltos de herramientas. Ahora bien, si a veces nos limitamos a amar como niños y no como adultos, se debe sobre todo a nuestra cultura.
Hemos sido moldeados a través de una serie de esquemas culturales donde ver el amor como un constructo de tintes mágicos e ideales.
Si hay algo que deseamos durante gran parte de nuestra vida es ser amados. Ansiamos ser cuidados, valorados, apreciados, venerados y validados en cada cosa que hacemos, somos o tenemos.
A menudo, nos preocupamos en exceso por no encontrar a esa persona ideal que sintoniza con todos nuestros sueños y anhelos y nos ofuscamos por no hallar el objeto que amar sin detenernos a pensar primero si estaremos a la altura del propio amor.
Aprender a amar implica primero saber despojarse de todas las necesidades, porque a quien busca tener una relación para aliviar sus carencias le sucederán dos cosas: que nunca se verá satisfecho y que abocará a la otra persona a un estado de esclavitud permanente.
El arte de amar que una relación afectiva saludable y feliz debe ser por encima de todo un vínculo altamente productivo, ese donde cada persona ha superado sus vacíos y dependencias.
El amor es un impulso que nos anima a movilizarnos, a expresarnos, a crear… ahora bien solo emerge cuando tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas.
El amor, recordemos, no solo se siente, hay que vivirlo y darle forma, porque la auténtica pasión, la que se nutre del sentimiento, la madurez y el equilibrio, entiende que la obra más bella exige trabajo diario y dedicación.
Para concluir, aprender a amar según Erich Fromm exige dejar a un lado muchas de esas visiones infantiles que a menudo nos definen . Debemos dejar de conjugar el amor en voz pasiva y de verlo como esa chispa que, en un momento dado, une mágicamente a dos personas, porque el amor es sustancia, es cuerpo y es materia.
Ferrán Aparicio
10 de Enero de 2025
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