Una cicatriz es una
alteración permanente de la apariencia dérmica consecutiva al daño y reparación
colagenosa de ésta, según lo define la Wikipedia, pero pensándolo fríamente todos
estamos llenos de cicatrices unas se ven y otras muchas no se ven pero están.
Las
cicatrices pueden formarse por muchas razones diferentes: pueden ser resultado
de infecciones, cirugía, lesiones o inflamación del tejido. Pueden aparecer en
cualquier parte del cuerpo; su composición varía, por lo que la apariencia
puede ser plana, abultada, hundida o coloreada, como también puede ocurrir que
duelan o provoquen picazón. El aspecto final de una cicatriz depende de muchos
factores, incluido el tipo de piel y la localización en el cuerpo, la dirección
de la herida, el tipo de lesión, la edad de la persona que tiene la cicatriz y
su estado nutricional.
Si
uno no es capaz de entregarse a los placeres de la vida, debería cuestionarse
profundamente qué es para él la vida, y quién o quienes les han hecho creer que
estaba en lo equivocado o lo acertado, pues las cicatrices no se borran, son un
recuerdo de aquello que ha acontecido y nos ha dejado su huella para bien o
para mal.
Nuestra
sociedad nos ha impuesto la idea de que todo lo que vale la pena implica
sacrificio y nos tiene que dejar una cicatriz, pero a mi esa palabra me
transmite angustia. En mi vocabulario cotidiano la palabra cicatriz, la he
sustituido por pasión, constancia o por tenacidad.
Las cosas que mejor he aprendido en mi vida
han estado dotadas de un ambiente relajado, de una concentración placentera en
lo que hacía porque estaba siendo interesante, sin marcas ni rasguños.
Sin
embargo, las cicatrices del alma son invisibles. Las cicatrices del alma
vuelven a abrirse por heridas del pasado que aún hoy duelen, es un fenómeno que
acontece caca cierto tiempo cuando vuelve el recuerdo, de algo que aconteció en
tiempo pasado y nos dejó una huella
Los
conceptos más difíciles de la vida moderna y de mi vida personal solo se han acomodado en
mi mente y en mi espíritu cuando iban acompañadas de una explicación dulce y
una actitud empática, todo lo contrario a los que nos dejó una cicatriz.
La
vida nos da un tiempo limitado para que la disfrutemos, independientemente de
las marcas que llevamos, así pues desde el recuerdo de mi consciencia he
decidido no malgastar ni un segundo más de mis
pensamientos y de mi tiempo en intentar entender porque algunas personas me
hicieron daño con su indiferencia, trataron de humillarme, me traicionaron o me
juzgaron, pues la marca ha quedado como si una cicatriz se tratara.
Desde
que he tomado consciencia de mis cicatrices, esa parte destinada a estos
quehaceres absurdos e inútiles ha quedado vacía de resentimiento y abierta y
dispuesta a llenarse de todo aquello que me hace ser feliz. Y es tan sencillo como vivir un privilegio que no se compra con dinero, solo se trata de empezar a cuidarse
lo que es verdaderamente un regalo.
Ferrán Aparicio
15 de mayo de 2018