VOLUNTAD
DE VOLUNTADES,.., TODO ES VOLUNTAD
Después del último post
en el que se hablaba de la intuición como el despertador biológico de los
instintos básicos que las personas tenemos de una forma innata, en ese instinto
básico de la supervivencia, sólo queda añadirle un poco de sal, para tener la
receta perfecta y es que voluntad de voluntades,.., todo es voluntad.
El
gran filósofo José Antonio Marina describe la voluntad como “la motivación
inteligentemente dirigida ó la motivación dirigida por la inteligencia” e intuitivamente no le falta razón.
No
hay nada que se pueda comenzar si no hay voluntad de hacerlo, por mucho que
tengamos claro el poder del deseo. La voluntad de hacer y ponerse en marcha es
lo que determina que la motivación aparezca, ya que es la manera de ejecutar
inteligentemente el motivo que nos mueve.
En
ese acto inerte y voluntario, valga la redundancia es donde comienza la
chispa que enciende el mecanismo para
que comportamientos que suelen ser automáticos,
empiecen a ser conscientes y voluntarios y es ahí donde nuestra libertad de
hacerlo o no hacerlo tropieza con el factor motivación.
Normalmente
nada es gratuito y todo nos cuesta algo, es por ello que muchas veces la
voluntad quede rezagada en la desgana,
el cansancio o simplemente en el aburrimiento bien por falta de motivación,
bien porque no tenemos claro que lo que nos proponemos voluntariamente va a tener una meta clara.
El
deseo es una llamada a la acción que necesita ser reforzado por la voluntad, sin embargo una
interrelación en exceso o defecto de
deseos afectan a la voluntad, haciendo nuestros
objetivos más inapetentes de la misma forma
que la esclavitud de la voluntad nos hace prisioneros en forma de
adicciones y emociones.
De
todos es sabido que aplazar la realización de nuestros trabajos y proyectos consume más tiempo y energía que
iniciarnos en su camino de ese momento mejor que sin embargo nunca llega.
Otros
depredadores de la voluntad son aspectos como, la rutina, la inconstancia, la incapacidad,
la obcecación o la tozudez, pues marcan un
camino improductivo que reducen la voluntad haciéndola fracasar.
Al
final de cualquier razonamiento llegamos a la primera premisa como con cualquier
silogismo en que la calidad de la voluntad va a depender de la calidad de la
inteligencia, es decir en valorar lo que queremos voluntariamente e
inteligentemente, porque en cualquier
caso, voluntad de voluntades,…, todo es voluntad.
15 de marzo de 2016