No
sé si es porque se acerca el fin de año , o porque me he dado un buen golpe
este año, no hago más que revisar los conceptos básicos que motivan mi vida y es que por mucho que lo intento desde una actitud muy positiva ,
solo hago que detectar continuos errores.
Todos
sabemos o al menos intuimos que crecemos cuando salimos de nuestra zona de
confort y que la resiliencia nos hace fuertes y nos permite crecer y endurecer
ante las adversidades de la vida.
Pero
lo queramos o no, la capacidad para abandonar de manera consciente nuestra zona
de confort y atrevernos a descubrir nuevos horizontes o perseguir nuestros
sueños es lo que nos hace diferentes a los demás, es lo que nos permite tener
nuevas experiencias que enriquezcan nuestra vida.
En
general, la mayoría de las personas prefieren quedarse en su zona de confort,
ese espacio en el que se sienten más o menos a gusto pero en definitiva
seguros.
Pero
el cargo de conciencia viene cuando reflexionamos y nos damos cuenta que manteniéndonos
en ese círculo de confort, mantenemos nuestros hábitos y rutinas que nos
permiten vivir con mayor tranquilidad pero sin ningún avance.
También es bien cierto que manteniéndose dentro de la zona de confort no es garantía de sentirse planamente feliz y lo que es evidente que no evolucionamos.
Los
errores están para modificarlos si se puede, el problema surge cuando no somos conscientes
que los cometemos o simplemente actuamos por pura inercia como hábito de vida.
Nadie
nos obliga a reflexionar o a cotejar la naturaleza de nuestra vida y su veracidad, pero en general sabemos que
si no nos movemos no evolucionaremos probablemente por no enfrentarnos al miedo
al fracaso.
Relegar en el tiempo es otro de los errores más comunes , dejamos
las cosas para más adelante sin saber si realmente tendremos tiempo , fuerzas
incluso ánimos para salir acrecer de nuestra zona de confort.
Supeditar la felicidad a una
condición significa pensar que este estado depende de las circunstancias, y no
de nosotros mismos. Sin querer o queriendo nos convertimos automáticamente en
marionetas del destino, esperando a que lleguen las circunstancias perfectas.
Si
bien en mi más hondo pensar pienso que intuitivamente las cosas llegan en su
justo momento, también es cierto que
revisando los continuos errores nos ayuda a mantener focalizada la
atención y desempeña un rol esencial en la autorregulación del comportamiento
ya que representa una especie de retroalimentación continua que utilizamos para
controlar lo que estamos haciendo o sintiendo.
Ferrán
Aparicio
1 de noviembre de 2015
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