Desidia es un término que
procede de un vocablo latino que hace referencia a la negligencia o a la
inercia. La desidia, por lo tanto está asociada a la falta de cuidado o
aplicación y a la apatía.
Últimamente estoy
reflexionando a partir de los últimos acontecimientos sociales y políticos, que
están ocurriendo tanto a nivel nacional como internacional, que el pueblo que
tiene el poder soberano está cayendo en
un estado de desidia colectiva.
Lo que pero me sienta peor, es
que con esta desidia colectiva nos
quedamos mirando a nuestro alrededor sin ver nada, y en fondo no nos damos cuenta que estamos
matando el tiempo y con él la vida y es ahora, en este preciso momento cuando
estamos vivos, siendo poseedores de un
apasionante hoy y es en este “aquí y ahora” que podemos mostrarnos y vivir
siendo quienes somos.
La desidia puede ser también
una actitud ante la vida, una despreocupación o desinterés como respuesta a una
falta de confianza o valoración personal o colectiva, ese silencio colectivo
muestra en el fondo el miedo a la
contienda y para salir de la desidia, de la pereza hemos de vencer el miedo. Si
queremos ser auténticos y liberar todo nuestro potencial hemos de afrontar
situaciones complejas, tomar decisiones difíciles y hacernos cargo de nosotros
mismos y de nuestras responsabilidades, tanto en el terreno personal como en lo
social y colectivo.
La sociedad nos dice
demasiadas veces lo que tenemos que mostrar o demostrar, pero también tenemos
que expresar y exigir aquello que nos corresponde como derecho, lo cual no es
una cuestión baladí. Al final se trata de cambiar una mentalidad colectiva
basada en el silencio y desafiar lo establecido, que es lo que nos permitirá mostrar nuestra singularidad.
La alternativa es escuchar nuestras
propias necesidades y las necesidades
colectivas movilizadoras, para ser los principales autores de nuestras propias vidas y de la sociedad que nos
rodea, lo que fortalecerá nuestra autoestima y mejorará nuestros vínculos
sociales.
Grandes filósofos y
pensadores han dicho que el máximo poder
que tenemos en la vida, es el poder sobre nosotros mismos. Todos en algún
momento hemos podido ceder a la desidia o pereza de manera inconsciente, pero
cuando somos conscientes podemos decidir sobreponernos y dar el primer paso,
para que nuestros miedos o debilidades no tomen las riendas y nos arrebaten
nuestro poder interior.
Como decía Victor Frank “la
vida es digna de ser vivida”; no olvidemos nunca nuestra capacidad para superar
adversidades y sufrimientos, porque todos reconocemos y sabemos que vivir
significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los
problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna
continuamente a cada individuo y vencer los miedos que nos crea esa desidia
colectiva.
Ferrán Aparicio
30 de octubre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario