Se define
como jauja el lugar o situación en que las
necesidades y los deseos se realizan o satisfacen sin un esfuerzo real. Al
mismo tiempo y según su connotación o circunstancias, aquello con que se denota
todo lo que quiere presentarse como tipo de prosperidad y abundancia.
En otras ocasiones y de una
forma sinónima podemos hablar de exuberancia, riqueza, momio, abundancia,
ganga, paraíso, edén, es decir que vivir de jauja comprende un estado de
bienestar sin un esfuerzo real.
Pero me planteo realmente si
es un concepto real o virtual, pues su volatilidad
es tan rápida, que pasado el momento no existe y realmente no podemos encadenar
tantos momentos en las cadenas del tiempo como vivencia continua o estilo de vida,
pues siempre aparecen paréntesis de inestabilidad existencial.
Pero jauja etimológicamente proviene
de una ciudad que está en Perú, en la provincia de Junín y fue revelada a
España por Francisco Pizarro. La única realidad sobre esta área, es que posee
unos paisajes de una gran hermosura y una pureza en el aire que se retransmitió
gracias a todos los exploradores que regresaban a España, enumerando sus
propiedades terapéuticas. De la misma manera, poseía una gran riqueza en oro y
sus tierras eran de gran fertilidad. La leyenda se abultó de tal manera, que
todo el mundo empezó a pensar en él como un paraíso, y esta expresión comenzó a
emplearse para referirse a cualquier situación donde todo nos es regalado o las
condiciones son gratamente favorables. Quizás y sólo quizás con la transmisión semiótica
y verbal haya llegado esta palabra a nuestro vocabulario y defina un concepto
mítico del paraíso terrenal y existencial.
Por su parte, hay quien
justifica que todo fue un mito, una invención de Cristóbal Colón para reclutar
marineros. Parece ser que, tras volver de su primer viaje, el descubridor de
América tuvo verdaderos problemas para contar con hombres de cara a una segunda
travesía atlántica. De este modo, comenzó a extender la leyenda de que en el
nuevo continente existía un lugar donde todo era oro, había una gran cantidad
de alimentos y los paisajes eran de una belleza suprema. Aquel sitio no era
otro que Jauja.
La fama le vino unos pocos
años después, cuando el dramaturgo Lope de Rueda escribió ‘La tierra de Jauja’
(1565), en la que criticaba la gente que aspiraba a una vida fácil sin apenas
esfuerzos. Hoy en día se sigue usando para recalcar que todo está a nuestro
gusto o que algo ha costado muy poco.
Así que ya lo sabes, si de
verdad quieres estar en Jauja no debes preparar grandes festines ni darte a la
buena vida. Sólo tienes que comprar un billete de avión con destino a Perú.
Ferrán
Aparicio
20 de octubre de 2017
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