Será porqué me tenía nuevamente que
operar con una anestesia total, porque quizás había cerrado etapas en espera de
abrir unas nuevas, por dejar la nevera llena
por si volvía, la cama hecha , incluso el testamento hecho , le había
visto las orejas al lobo, pero incluso con la casa perfectamente hecha y la
casa arreglada, me fui operarme sólo, pero con la convención de que me iba
con la sensación de haber vivido y haber
hecho casi todas las cosas que me había propuesto desde la perseverancia , el
esfuerzo y el trabajo, que cada meta suponía.
A
estas alturas de la vida y gracias a Dios o sin ella, somos capaces de rememorar
aquello que nos ha ido bien, salvo en determinadas situaciones que vuelven a
verse referencias y estamos alertados de aquello que nos pasó. Yo prefiero ni
recordar y enfrentarme a un nuevo día con
ganas de ver el sol, quizás y sólo quizás, gracias y por desgracia de mi
educación procuro olvidar, en otras ocasiones prefiero cambiar de tema , sin
más , no me vale la pena recordar la toxicidad que ciertas actuaciones ajenas me
producen , y más por aquello de que, quien más puso más perdió y ese fui yo , y
a pesar de todo y de nuevo desde la perseverancia y la motivación he salido
adelante, precisamente con el secreto de dejar lo negativo atrás y empezar de
nuevo, la rueda de la vida en el posicionamiento que me he quedado.
Cuando
despiertas de nuevo de una anestesia general, a pesar de lo jocoso, que suelo
ser con el anestesista que se me despidió con unas buenas noches, aunque eran
las diez de la mañana, cuando te despiertas te das cuenta de que casi nada de
lo que creemos es más importante de lo que parece. Esta misma sensación la
tienes cuando te enfrentas a un notario a decirle tus últimas voluntades y te
das cuenta; si ha valido la pena tanto esfuerzo y sufrimiento para abandonarlo todo,
tan livianamente, por un destino de tu propia vida.
Al
final de todo, te das cuenta de que ni el éxito ni el poder, ni el dinero, ni
las grandes experiencias, van más allá
de lo imprescindible para vivir y sólo es
necesario para recuperar un minuto de tu vida.
Al
final te das cuenta de que convivir, es hacerlo con gente que valga la pena,
que la toxicidad de los malhumorados, interesados, absorbedores de tu energía,
no te han servido más que para dejar de vivir otras maravillosas experiencias
que has dejado por fidelidad a los que creías fieles y sinceros.
Al
final te das cuenta de que el cinismo de la sociedad que sólo piensa en su
bienestar se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye
su derroche y en especial a esas personas insípidas que nunca se meten en los y
pasan desapercibidas, como si la vida les pasara de lado.
Al
final valoras la sencillez, el minimalismo, ver un amanecer o un atardecer,
aunque lo veas sólo, pues a los que creen que sólo es importante tener y
exhibir en lugar de sentir, pensar y ser, casi prefiero verlos por la acera de
enfrente y escaquearme de saludarlos.
En
este de momento de mi vida, con la nevera llena, la casa limpia y mi vida organizada
y aun estando convaleciente he decidido, que no quiero nada, casi nada, tan
sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de los pocos amigos que, de
verdad, me quedan.
Al
final esa forma de ser que me caracteriza y con mi don de la fuerza del trabajo,
que aplico en mi vida, ni nada ni nadie me va impedir lo que yo quiera , pues
me he quitado las barreras del miedo y solo me queda que mantener la libertad y
el espíritu crítico que me caracteriza,
por los que pago a gusto todo el precio que tenga que pagar, como lo
hago cuando viajo. Sólo queda tener la serenidad para sobrellevar el dolor y
toda la alegría para disfrutar de lo bueno, pues cuando me toque esfumarme, me
esfumaré con mi mejor amigo que soy, simplemente yo.
Ferran Aparicio
5 de octubre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario