Básicamente el fondo de la cuestión de las leyes del Karma son que tal cual haces recibes pues esencialmente la misión de todo ser humano es ser participe de la vida y eso implica creación.
Según la ley del enfoque , no se puede pensar en dos cosas al mismo tiempo. Tienes que ir subiendo peldaño por peldaño, poco a poco, pues nuestra realidad está llena de misterios, de oportunidades y rincones donde se encuentra la felicidad. Solo quienes están atentos de mente y corazón conectarán con aquello que el universo les tiene reservado.
Enfocarse es mirar el mundo desde el corazón, es decir ajustar nuestra mirada a lo que nos envuelve es conectarse a la realidad con sabiduría.
Quien es capaz de dar a los demás aquello que es suyo, ofrece también parte de su energía: hace nuestro universo más amplio y receptivo. Ofrecer y acoger son dos principios vitales en la humanidad, aquello que nos hace grandes, aquello que nos hace nobles. Porque estos dos actos se llevan a cabo mediante la humildad y ese enfoque descalzo de egoísmos donde ser capaces de acoger al otro como parte de uno mismo.
Según las leyes del Karma, esta energía también retorna a nosotros, pues quien ampara, acoge y es capaz de dar al final también recibe. Tarde o temprano ese acto de nobleza nos recompensará como merecemos,
La historia se repite hasta que aprendamos las lecciones necesarias para cambiar nuestro camino. La ley del cambio es también la ley de la responsabilidad, pues cada paso que demos, cada elección tomada debe hacerse desde la bondad y la humildad.
Las leyes del Karma nos recuerdan que todas las recompensas requieren de un esfuerzo inicial, pues nada llega porque sí, nada acontece solo porque el destino o la suerte lo desee. La mayor gratificación es la que llega finalmente tras aunar paciencia y persistencia.
El valor de algo es el resultado directo de la energía y la intención que se pone en él. Cada contribución personal es también una contribución a la totalidad. Las contribuciones mediocres no tienen ningún impacto en la totalidad, son tan comunes que se anulan entre ellas. Debemos ser capaces por tanto implicarnos en todo aquello que llevamos a cabo, en dotarnos de esa inspiración que erige grandes sueños y que tarde o temprano los hace realidad.
Si le damos importancia a cada objetivo propuesto e invertimos en ese propósito los mejores recursos personales, la magia acontecerá, como siempre sin más
Ferran
Aparicio
1 de agosto de 2024
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