Tuve la suerte y pura suerte, detener una educación privilegiada, viví en mis primeros años entre algodones, una vez crecido la realidad fue muy diferente, conforme pasaban los años, la vida se hacía muy ruda, dentro de unos principios y valores , que la sociedad ivan cambiando , pero mi educación no los asimilaba.
Mi
madre, en su enfermedad, desde sus cuarenta años con una artritis reumatoide deformando su cuerpo y con grandes dolores hasta que murió a los ochenta y cinco años
ayudad en todo momento por sus hijos sentenciaba como un lamento que, la vida
es una mentira, y aquella máxima era un desahogo de impotencia frente a la
injusticia y la mentira que siempre estuvo instalada en la sociedad y en su
propio cuerpo, no sólo en aquella enfermedad en la que vivió.
Mi abuelo solía decir de vez
en cuando que la vida es una mentira, y no, no estaba bombo, era un gran
licenciado y sin decir ocupaciones, decía que ganaba más dinero que el se merecía
por su labor a la sociedad y de ello aprendimos algunos de sus nietos, no todos,…,
pues siempre han habido lagartos en
todas las familias que se lo comían todo.
Mi abuelo era un hombre culto, muy trabajador, de una gran bondad y mucho
sentido común, cosa Supongo que, resignado, recurría a esa frase tan elocuente
para expresar su frustración o su decepción al final de toda una vida de
trabajo y esfuerzo, de hambre y estrecheces en su intento por construir una
familia de bien.
Mi antepasado sentenciaba como
un lamento que, la vida es una mentira, y aquella máxima era un desahogo de
impotencia frente a la injusticia y la mentira que siempre estuvo instalada en
la sociedad, no sólo en aquella del siglo XX que él vivió, sino que años después
fue reproducida por mi madre que aparte de la enfermedad que la iva tortuando y
deformando iva dándose cuenta que la vida no correspondía a los valores y
principios que había desarrollado en su vida.
Es bien cierto que Falsedades,
embustes y mentiras, sin menos preciar a los pactos políticos encubiertos,
trolas o mentiras las hubo siempre y de todo tipo.
Por eso resulta tan complicado
tener un criterio propio, porque es muy difícil distinguir o averiguar qué es
verdad o mentira en medio de tanta información interesada. Quizás lo único
verdadero y real sea el dinero y el poder, así que no me extraña que cada cual
termine viviendo en su mentira elegida, y que lleguemos a la conclusión por un
trauma recibido que la vida es una mentira.
No sé si, como me decía mi
abuelo y mi madre, la vida es una mentira, pero hay tanta confusión, tantas
situaciones absurdas o contradictorias, tanta incoherencia en los discursos y
tantos disparates que ando desconcertado y descreído, como si viviese en una
ficción permanente o en una distopía como dicen ahora los modernos, que la realidad
nos hace presente la dicotomía entre amistad, familia y realidad y sobre todo
cuando no han partido la herencia de sus padres y sus abuelos.
Es verdad que cuando meditamos
y nos centramos en el tema de la verdades y mentiras de nuestra vida , seamos capaces
de conocer la mentira en diferentes formas y circunstancias, siempre seremos
víctimas o autores de algo relacionado con el en enfermedades y en cambios
psicológicos que nos perjudican a nosotros y a los que nos rodean y por ello
les animo a liminar las mentiras de su vida sin más.
Ferran Aparicio
15
de Julio de 2024
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