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sábado, 20 de abril de 2019

SOLEDAD FUNCIONAL


Dice un dicho y valga la redundancia que quien mucho espera, se decepciona y sufre. La verdad es que la falta de interés duele, y mucho y va más allá de la decepción, son crueles punzadas de dolor en el estómago, como si algo por dentro nos desgarrara el alma, y entonces llega el momento de aceptar la soledad funcional como una etapa más de nuestras vidas.

La verdad es que tanto  la vida el tiempo como los daños nos cambian, haciendo que lo que hoy nos apetecía compartir mañana no nos resulte tan atractivo y esto no contradice ni  justifica la falta de sinceridad ni de correspondencia con los demás.

La soledad funcional nos lleva a reconocer tristemente, la falsedad y la hipocresía son tan resbaladizas que solemos encontrarlas en el rincón que menos esperábamos cuando ya es demasiado tarde. Normalmente, la esperanza de que alguien es lo que creemos conocer nos hace estar tranquilos cuando en realidad deberíamos mantenernos expectantes, pues ni es oro todo lo que reluce  y Las apariencias engañan.

Entonces es cuando vienen los problemas, pues la verdad es que abunda la gente interesada y a nosotros nos cuesta abrir los ojos y esto normalmente ocurre porque nos resistimos a creer que alguien a quien consideramos tan indispensable en nuestra vida no sea sincero.

La soledad funcional, ese apartamiento vital, nos sirve para  regalar tu ausencia a quien no valora tu presencia y  a no forzar situaciones que creemos necesarias.

A lo largo de nuestras vidas nos cruzamos con muchas personas que forman parte de nuestro entorno, algunas de ellas solo pasan de forma transitoria, mientras otras toman lugares realmente importantes en nuestros corazones y decidimos invertir gran parte de nuestras vidas en ellas, hasta que llega el momento que los cambios recíprocos de estilo de vida o simplemente de intereses nos alejan, y lo mejor es redirigir nuestra energía, principalmente hacia nosotros mismos y posteriormente a otra persona que tenga la intención de retribuir nuestros sentimientos y nuestra atención de una forma más recíproca.

Si bien es cierto que debemos dar sin esperar nada a cambio, es más sano para nosotros cuando lo que damos lo recibimos de alguna buena forma de vuelta, nos sentimos queridos, amados, considerados por las personas que forman, por elección, parte de nuestras vidas.

Una de las bases de nuestra existencia es amar y ser amados, pero cuando no hay respuesta sentimos un vacío en nuestro corazón, pudiéndonos inclusive llegar a sentirnos poco merecedores de afecto. Al final de das cuenta  que no te merece quien, con su indiferencia, te hace sentir invisible y ausente, sino quien, con su atención, te hace sentir importante y presente.  

La soledad funcional te  permite cerrar ciclos y al mismo tiempo nos permite abrir nuevos,  pues mientras invertimos nuestra vida en alguien que no está dispuesto a formar parte de ella, seguramente estamos perdiendo la oportunidad de cruzarnos con esa persona que sí puede hacerlo.

                                                            Ferrán Aparicio
                                                           20 de abril de 2019


martes, 25 de septiembre de 2018

MIS ERRORES FAVORITOS

Hace muchos años  que decidí abandonar la adicción a la televisión cuando empecé a estudiar, bien porque en aquella época, el poco tiempo que me quedaba después de unas densas clases, lo invertía en organizar el tiempo de estudio o diversión, bien porque necesitaba moverme en un espacio fuera de la escuela universitaria o  bien por simplemente organizar mi propia casa.

Con el tiempo y una vez obtenida la correspondiente licenciatura, empecé a hacer a aquello que me apetecía y realmente me gustaba, un poco como rebelión al tiempo que había invertido de una forma obsesiva a mi formación y con ganas de liberar mi mente, ante un espacio en blanco a través de la pintura, la fotografía y la escultura.

Lo  más chocante de este espacio de relajación es que como siempre la mente, va simultaneando la expresión y la meditación y en especial  se deriva a un análisis de mis errores favoritos así como las consecuentes lecciones que cada día presuntamente vas aprehendiendo, auto convencido, que muchas veces  todo lo que has descubierto, es  a base de golpes y esfuerzos tontos.

En general al hablar de errores, hablamos de una forma peyorativa de equivocaciones, admitiendo que es propio de seres humano el equivocarse, pero aprehendiendo con el tiempo  que los errores suelen ser irreversibles, porque por lo general uno no tropieza  dos veces en la misma piedra, salvo error, despiste o excepción.

También es cierto como dice el dicho que lo que no mata,…, engorda y a colación también podemos afirmar que lo que no te mata, te hace más fuerte y cada día que pasa eres más sabio o acumulas mayor experiencia. Sin embargo ese aspecto negativo del error como concepto es un error en sí mismo, y valga la redundancia semántica,  en el sentido de cada error te facilita seguir avanzando más rápido en la siguiente ocasión.

Al mismo tiempo la presunción de hecho o las pre-suposiciones de derecho son las circunstancias que más errores me han hecho cometer y consecuentemente aceptar. 

Cuando te sientas a dibujar, pintar o modelar, o retocar una fotografía, es muy fácil olvidarse del mundo real y dejarse llevar por la filosofía o los pájaros y flores, pero también es muy fácil que tu propio subconsciente aproveche para manifestarse con pequeños detalles que manifiestan los errores que has podido cometer.

Hay y habrá excelentes momentos  y circunstancias propias y ajenas a lo largo de tu vida, que generaran  muchas experiencias y situaciones y por supuesto tropiezos con  personas que encontrarás en el camino, incluso enmarcadas en distintas etapas,  pero otro de los errores que no tenemos asumidos es que los nombres, términos y denominaciones, tienen fecha de caducidad. 

Precisamente por eso es mejor asociar tu pensamiento a un valor que a un término más o menos de moda o a una persona que cambiado de situación, cambie directamente con tu relación.

Al final sólo se trata de ser capaz de tener una serie de ideas claras y sencillas  y sobre todo aprehender conscientemente de los errores como medio de ir cerrando círculos o ciclos.
                                                                  
                                                                   Ferrán Aparicio
                                                             25 de Septiembre de 2018