Julio Caro
Baroja nació en Madrid en 1914 y el libro lo escribió aproximadamente en 1961, de lo cual se deduce que tenía unos cincuenta años cuando
lo escribió en una sociedad muy tradicional y con gran poder de la Iglesia.
Julio Caro
Baroja, es el mejor antropólogo que ha tenido España en todo el siglo XX y lo
demuestra en este estudio acerca de las brujas y su mundo cubriendo un amplio ámbito histórico, analítico y
cultural del mundo de las brujas que va desde las características de la magia
negra en el mundo grecolatino, la hechicería femenina entre los pueblos
germánicos y eslavos, la adoración del demonio en la Europa medieval, la
extensión de la práctica del «sabbat» a partir del siglo XIX, la brujería vasca
en el siglo XVI y los grandes procesos inquisitoriales de comienzos del XVIII.
Las brujas y
su mundo es el libro de un humanista que desconfía de las grandes teorías y de
los tópicos, y que prefiere atenerse a lo que se sabe de verdad y que, muchas
veces, cada autor ha investigado por sí mismo.
Lo que es
bien cierto y reconocido es que la antropología se ocupó durante el pasado
siglo de toda la cultura mágica, cultura que había sido obviada durante
considerable tiempo debido a la rígida e intolerante influencia eclesiástica.
Como muy
bien asegura Manuel Delgado, “la calidad
de la obra de Caro es indesligable de las condiciones de deliberada
marginalidad que le protegieron de las mezquindades del clima intelectual
español”.
La función
que las creencias mágicas desempeñan en las distintas sociedades, mostrar el
carácter cambiante y elástico que para los hombres de diferentes épocas y
culturas tienen las fronteras de la realidad, es uno de los objetivos que
marcan y definen este libro.
Las brujas y
su mundo, hace un repaso de la
concepción que en Europa se ha tenido de la magia a lo largo de la historia,
donde se procura exponer simplemente ,cuál es la idea de lo real en el mundo
habitado por la bruja, la Iglesia ha querido encauzar el pensamiento occidental
asimilando a la mujer con la noche, la muerte y el mal, contrastando con el
hombre que simboliza los valores positivos de la luz, la sabiduría y la vida.
Planteamientos que nos horrorizan pero que aún persisten , en muchos aspectos
en la conciencia popular y que las nuevas generaciones tendremos de desterrar del pensamiento colectivo.
Todos hemos
sido niños y hemos tenido la imagen de la bruja según la hemos asimilado, bien
como personaje maligno y peligroso, bien como algo mágico capaz de resolver
cualquier situación por las alucinaciones que producían los ungüentos
preparados con belladona, mandrágora, además de otras hierbas y raíces y las
horrendas torturas a las que sometía la Iglesia a los participantes de esas
ceremonias, pero en definitiva lo que está claro es que en la actualidad; haber brujas ,..,
hailas.
Ferrán Aparicio
30
de marzo de 2019