Dicen que la
indiferencia es el mayor desprecio, sin embargo el arte de ser sabio consiste en ignorar con inteligencia.
Sabio
no es aquel que acumula muchos conocimientos y experiencias, sino quien sabe utilizar de forma efectiva cada
cosa aprendida y además, es capaz de ignorar todo aquello que no es
útil, que no le permite crecer para avanzar como persona.
Vivir es al fin y al cabo
economizar y saber qué es lo importante, no resulta ni justo ni necesario vivir
en la presunción, en aquello que creemos sin tener juicio cierto que existe o
se le supone.
La primera regla de la vida
nos indica que la persona más sabía es aquella que sabe ser feliz en cada momento y que es capaz de eliminar de
su existencia todo aquello que le hace daño o que no es útil, o por lo menos lo
intenta, pues circunferencialmente no siempre es posible imponer nuestra voluntad.
El arte de saber ignorar, supone
ignorar, tal cual suena y se lee, valga la redundancia y supone en muchos casos alejarnos de
ciertas situaciones e incluso de personas, lo que en realidad es una discriminación inteligente.
Se supone que el principal
objetivo de nuestras vidas es ser feliz en el aquí y el ahora, no como mito
futurible, por lo que resulta necesario
adquirir una perspectiva no solo más positiva de las cosas, sino también más
realista, por lo que el secreto se halla en priorizar en el momento.
Para
aprender a establecer prioridades es necesario poner en valor nuestra vida
circunstancial, dar a cada cosa que nos rodea su auténtico valor, en ese acto consciente es cuando aprendemos el arte
de ignorar como herramienta , aquello que realmente nos interesa relativamente
nos interesa desarrollar en función de nuestras necesidades y deseos.
El problema surge cuando distorsionamos
la realidad con banalidades consecuencia del auto-engaño o falta de claridad exponencial
y nos cuesta elegir entre lo que es
importante y lo que no lo es , creándonos un conflicto interno entre las cosas
que queremos y las que sabemos que nos convienen, y quizás ahí este la clave de
determinar qué es lo realmente prioritario y verdadero.
Todo lo circunstancial al final,
antes o después es circunstancial y si lo pensamos fríamente ha sido aquello que en nuestras
vidas nos ha desviado del arte de ignorar.
Saber
ignorar es un arte que puede llevarse a cabo con elegancia y sin llegar a
extremos innecesarios, simplemente se trata de centrarnos en lo que nos interesa,
en las personas y no en la gente y en establecer que vínculos vitales son necesarios y los que no lo son , como siempre ,...sin más.
Ferrán
Aparicio
5 de marzo
de 12019