Dicen muchos expertos en
materia de cocina que tal cual cocinas y después comes lo que has elegido, es
un gran reflejo de cómo es tu vida y por ello aquello de si cueces o
enriqueces.
Es bien
claro y evidente que hay muchas más cosas en la vida que el trabajo como es el arte de la
observación y el disfrute de todo lo que nos rodea, lo cual lleva un tiempo
aparejado y ahí la diferencia entre cocer o enriquecer nuestro tiempo.
Por
aquello de aprender a vivir el presente
cociendo o enriqueciendo, es posible
escribir cualquier cosa usando el buen humor en casi cualquier situación y
aprender que una risa vale más que mil palabras para sentirnos plenamente
felices.
Para
cualquier acto reflexivo es importante recordar que las personas felices saben
que guardar rencor hace daño y perdonan a los demás para su propia tranquilidad
enriqueciéndose a si mismo previa cocción de un acto reflexivo sobre si vale la
pena guardar un mal resentimiento.
Desarrollar
una actitud de gratitud es un hábito que también enriquece la cocción, pues nos
demostramos a nosotros mismos que las personas que te relacionas y quieres de
alguna forma, incluso en momentos de conflicto vale la pena y cuidar y cultivar las relaciones también
mejora cualquier cocción.
Es bien
cierto que las palabras y muchas acciones se las lleva el viento, pero también
es cierto que si el sentimiento de honestidad en cualquier acción o decisión
nos lleva a concentrarnos en nuestras vidas y no preocuparnos por lo que otras
personas están haciendo o diciendo, pues es evidente que todo el mundo tiene
derecho a vivir su vida de la manera que quiera eso si honestamente y coherentemente con su pensamiento.
Incluso en
la cocina, hay que tener una actitud positiva encontrando en la creatividad el
lado positivo a cualquier situación a pesar de que puede ser difícil de
encontrar el perfecto punto a cualquier plato de buen gusto y sabiendo que todo
sucede por alguna razón y a pesar de que no siempre se puede saber cual es la
razón.
La
perfecta receta es enfrentarse a cada nuevo reto con la actitud que lo traerá
un paso más cerca de su meta, pues lo más importante es saber lo que quieres y
en función de ello aprehender las habilidades que necesitas y no dejando de
perseguir aquello que para ti tenga un valor sabiendo lo que no se puede
cambiar y es un ingrediente fijo con el que tenemos que contar pero reconociendo que no todo cabe y que
cualquier plato de buen gusto tiene sus limitaciones y hay que determinar si es
posible y de que manera podemos lograr el resultado que queremos.
En definitiva y simplemente
reflexionando en voz alta, como siempre, solo se trata de asumir que somos
responsables de nuestras vidas y de nuestra cocina y de tantos aspectos desde
el estado de ánimo, nuestras actitudes, pensamientos y sentimientos y al final
solo se trata de plantearte si cueces o
enriqueces como en la vida misma.
Ferrán Aparicio
30 de julio de 2016