Un clavo no quita otro clavo: lo retira el martillo que lo clavó y esa es la pura verdad pues sobrevivir a una ruptura sentimental es algo para lo que nadie nos ha preparado, como para otras tantas cosas en la vida.
Como siempre y ante la
incertidumbre del desconocimiento a menudo solemos desesperarnos intentando
buscar un porqué.
Nos cuesta comprender que a
veces las relaciones naufragan porque las personas tenemos libre albedrío,
porque el amor se acaba o porque, sencillamente, la otra persona no es lo
bastante madura como para librar tal responsabilidad.
Por mucho que lo creamos, un
clavo nunca quitará otro clavo. Iniciar una nueva relación afectiva como quien
busca un analgésico para el dolor ante esa ruptura reciente no es lo más
acertado.
Ese clavo hendido en nuestro corazón solo
podrá retirarse con el propio martillo que lo clavó, pues lo que está claro es
que poner otro supondría hacer el agujero más grande.
Asumir el adiós definitivo, la
distancia y el tener que empezar una nueva vida con un vacío al otro lado de la
cama y otro más en el corazón, desespera. Nuestro cerebro entra en estado de
“alarma”, interpreta ese dolor como algo real, como un impacto muy similar al
de una quemadura.
Necesitamos aliviar esa
quemazón con una buena dosis de dopaminas, con algo fácil y rápido que
anestesie el dolor del alma. Hay quien logra evitar estos procesos llevando a
cabo un adecuado proceso de aceptación, un proceso lento y delicado, donde ir
reparando una a una las piezas rotas.
En cambio, otros se niegan a
asumir el final y buscan a la desesperada una reconciliación con la pareja y
además están los que inician un camino que no siempre
funciona: el de las relaciones de paso.
La expresión de que “un clavo
quita otro clavo” aparece por primera vez en
el libro de Marco Tulio Cicerón Disputaciones Tusculanas, “Novo amore,
veteram amorem, tamquam clavo clavum, eficiendum putant”
Queda claro, sin duda, que no
hay nada como volver a iniciar una relación estable, feliz y madura para darnos
una nueva oportunidad, siempre y cuando, eso sí, estemos verdaderamente
preparados para ello. Porque si bien es cierto que nadie es insustituible, lo
que no somos es intercambiables.
Nadie tiene por qué servir de
analgésico momentáneo para la melancolía del desamor no superado, pues los analgésicos
tienen una función, de calmar y curar una herida
Queda claro, no obstante, que
cada persona es un mundo y que tal vez, hasta ese acto arriesgado pueda salir
bien. Sin embargo, el destino de todo clavo es recibir martillazos.Así que,
antes de hacer un agujero más grande, conviene hacer una reflexión en este
sentido.
Ferran
Aparicio
20 Mayo de 2023
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