Se oye mucho en el día a día, en los medios de comunicación existe una fuerte sensación de frustración de la juventud al no poder lograr ese puesto de trabajo, ese espacio para vivir , esa consolidación de la relación , esa independencia económica y tantos aspectos que uno o llega a conformarse o sentiente frustrado.
El concepto de
frustración se define como el
sentimiento que se genera en un individuo cuando no puede satisfacer un deseo
planteado. Ante este tipo de situaciones, la persona suele reaccionar a
nivel emocional con expresiones de
ira, de ansiedad o
disforia, principalmente.
Considerando como un
aspecto inherente a la vida humana el hecho de asumir la imposibilidad de
lograr todo aquello que uno desea y en el momento en que se anhela, el punto clave reside en la capacidad de
gestionar y aceptar esta discrepancia entre lo ideal y lo real. Así, el
origen de la problemática no se encuentra en las situaciones externas en sí
mismas, sino en la forma en la que el individuo las afronta. Se entiende, desde
esta perspectiva, que la frustración se compone tanto de una situación real
ocurrida como de la vivencia a nivel emocional elaborada a partir de dicha
situación.
La adecuada gestión de
la frustración deviene una actitud y, como tal, esta puede trabajarse y
desarrollarse; la frustración es
un estado transitorio y, por ende, reversible.
La frustración como una respuesta instintiva, es una reacción que de forma natural
muestra un estado emocionalmente desagradable cuando se da la ocurrencia de una
interferencia ante la persecución de un objetivo propuesto.
Por lo general y de
forma sintetizada, las personas
que presentan un funcionamiento basado en una escasa tolerancia a la
frustración ,buscan satisfacer sus necesidades de forma
inmediata, de forma que cuando se tienen que enfrentar a la espera o a la
postergación de estas pueden reaccionar de forma explosiva con ataques de ira o
retraimiento y tristeza extremos y creen que todo gira a su alrededor y que
merecen todo aquello que demandan, de forma que sienten cualquier límite como
injusto puesto que va en contra de sus deseos. Les cuesta comprender por qué no
se les da todo lo que desean.
La tolerancia a la frustración es un aprendizaje que debe consolidarse ya
durante etapas tempranas del desarrollo infantil, si es se denota su apariencia.
Entre las medidas
principales que suelen formar parte del entrenamiento para potenciar una
adecuada tolerancia a la frustración se encuentran componentes como las técnicas de relajación, el aprendizaje
en la identificación de emociones y la adquisición de comportamientos
alternativos e incompatibles a la reacción de frustración.
En conclusión, se ha podido observar cómo el fenómeno de la frustración deviene un conjunto de reacciones aprendidas que pueden verse modificadas con la instauración de nuevos repertorios cognitivo-conductuales alternativos. Estos aprendizajes son una parte muy importante del conjunto de aspectos a integrar durante el desarrollo de la aceptación, puesto que están en la base de un funcionamiento poco activo en la resolución de problemas y situaciones potencialmente complejas de una actitud general de pérdida de motivación que puede dificultar la consecución de objetivos vitales.
Ferrán Aparicio
5 de marzo de 2024
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