Dicen
que quien abre la puerta de la depresión nunca la logrará cerrar, pero sí ser
consciente que existe en ese espacio inmediato que por circunstancias abrió sus
puertas, voluntariamente o coaccionados por determinadas situaciones, un límite
vital de cierta trascendencia.
La
depresión como tal, todos sabemos que es una
enfermedad o trastorno mental que se caracteriza por una profunda
tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y
disminución de las funciones psíquicas.
Pero
si analizamos estudios y análisis de esta patología clínica desde el punto de
vista de la psicología, la depresión y la ansiedad, son signos de haber tratado
de permanecer fuertes mucho tiempo, y esto viene de estudios estadísticos que
determina que quienes han presentado este tipo de trastornos emocionales, se
caracterizan más bien por ser personas fuertes, por ser personas constantes,
que han tenido que trabajar heridas emocionales que vienen arrastrando de su
pasado y que quizás por tratar de mantenerse lo más fuertes posibles, han
acabado por fisurarse ante lo poco flexibles que pueden haber sido con ellos
mismos.
En
general salvo error o excepción a todas las personas nos gusta tenerlo controlado,
incluso aquellas que viven al pairo y no controlan el momento en que están
viviendo. Y es precisamente en esa exigencia de control excesivo, lo que
produce la situación de ser vulnerables a abrir las puertas de la depresión.
La
depresión y la ansiedad son patologías muy íntimamente relacionadas; la
ansiedad se define como un estado mental que se caracteriza por una gran
inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad. Esa inseguridad
muchas veces manifiesta la desviación que puede existir entre sus expectativas
y la realidad, sintiendo gran frustración al respecto, generando consecuentemente
una depresión.
Estar
concienciados de lo que es y significa una depresión o un estado de ansiedad, es simplemente recordar que todos y cuando
digo todos he dicho todos, hemos pasado un tiempo de depresión y ansiedad, pues
la vida por mucho que nos exijamos y controlemos no es perfecta, así como
nuestra vida tampoco lo es y al final
solo se trata de evitar el desequilibrio emocional aunque sea sólo
temporalmente.
Al
final sólo se trata de estar ojo avizor
del colapso en el manejo de tus emociones, dentro de tanta necesidad de
controlarlo todo, lo cual genera un desequilibrio adicional, para el cual, en
la mayoría de los casos no estamos preparados.Tanto la ansiedad como la depresión
comienzan a dar señales tempranas, que la mayoría de quienes se han visto
afectados, han ignorado completamente. El cuerpo comienza a dar avisos, hasta
que, si no se presta la debida atención, se instaura un cuadro cuyo manejo
dependerá en gran medida de la aceptación, de la disposición para sanar y del
entendimiento de que las señales de nuestro cuerpo son manifestaciones para
hacernos saber que algo no lo estamos llevando bien en nuestras vidas.
Aprendamos
a sanar las heridas del pasado, aceptemos, dejemos ir, crezcamos con las
experiencias y aprendamos que la verdadera fortaleza es la que reflejamos al
levantarnos, no al evitar caer.
Ferrán Aparicio
20 de noviembre de 2017